Ahora que está de moda abuchear a Uribe en las universidades y su popularidad no es nada comparada con lo que era antes, valdría la pena hacerse la pregunta que tanto atormenta a los académicos de las ciencias sociales y afines: ¿por qué el uribismo tuvo tanta aceptación en Colombia, qué lo llevó a ser la fuerza poltica más representativa del país, hasta el punto de que aún hoy, cuando su auge ha pasado, cuenta con más de 30 congresistas elegidos en su nombre?
Lo más usual es que esto se atribuya a la ignorancia del colombiano promedio, término que muchas veces se emplea de manera despectiva. Muchos, sobre todo en el ámbito académico, consideran que el uribismo es una aberración, una enfermedad que surge de la vulgaridad provinciana. Es cierto que gran parte de sus conductas, en el ejercicio del poder, han sido repulsivas; pero debe diferenciarse entre la parte del uribismo que ha gobernado, es decir, Paloma, Uribe, Cabal, Uribito, María del Pilar, Luis Carlos Restrepo, Pretelt, Juan Manuel Santos (antes de volverse santista), etc., y la gente que cree y vota por ellos, es decir, la inmensa mayoría de sus integrantes. Lo más notable de esta distinción es que si se prescinde, por ejemplo, de Uribe, el uribismo quedaría casi intacto.
Esa parte que no ejerce el poder, pero que cree, no es nada más ni nada menos que una gran parte del pueblo colombiano, a la que suelen tratar de vulgar y provinciana. La explicación más fácil de su creencia en el uribismo, la que dan los “intelecutales”, es la de afirmar que se trata de la elección de una masa bruta. Pero dicha explicación, por cierto, no es, ni de cerca, la más acertada. Ella surge de una especie de arribismo intelectual y social muy difundido, en el que algunos colombianos pretenden distanciarse de las costumbres culturales de su propia nación, pues, por algún extraño motivo, se sienten muy diferentes a sus compatriotas. No es que el uribismo sea producto de la ignorancia, más bien, es el resultado de un pueblo desesperado por el abandono al que lo han sometido sus gobernantes.
El uribismo era la esperanza que tenían muchas personas de verse representadas, al fin, en el gobierno; la gran habilidad de Uribe es la de hacer que los colombianos se identifiquen con él, con su léxico, con su carácter y su discurso –en algunos momentos–. Ese movimiento político logró canalizar el descontento de gran parte de los que sienten que no tienen nada en común con sus políticos, con sus gobernantes, que consideran ajenos a ellos e, incluso, contrarios en sus intereses. Pero la gran decepción uribista –tan difícil de aceptar que muchos continúan en estado de negación– se generó cuando la gente se dio cuenta de que sus prácticas eran idénticas a las de los demás movimientos, cuando se enteraron de que su cercanía al pueblo no era sino una máscara que pretendía encubrir su ambición desmedida.
La falta del uribismo con sus adeptos es imperdonable. Es una traición al anhelo de tantos colombianos que llevan esperando toda su vida a que algún gobernante haga una cosa tan sencilla como cumplir la labor para la que fue elegido. El abandono democrático sigue existiendo, quién sabe por cuánto tiempo más, y mientras exista habrá personajes que se aprovechen de las ilusiones que la gente tiene en que la situación cambie, habrá “mesías” que pretendan ocultar su mezquindad detrás de supuestas buenas intenciones. Eso no es culpa de la ignorancia de la gente, ni de su ausencia de cultura democrática –¿qué cultura democrática va a haber en una democracia que no tiene nada que ver con el pueblo?–, es el resultado del desespero de un pueblo que nunca ha sido representado y que se la ha pasado de desengaño en desengaño. En esas condiciones, el uribismo seguirá presente, así se le cambie de nombre.
PAC
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015