Wílmar Marulanda tiene 19 años y cuando te nía siete un perro pitbull le arrancó una pierna. Está en la liga de ciclismo y trabaja en la compañía Fierros y Accesorios haciendo mandados en bicicleta. Su discapacidad no le impide hacer deporte ni trabajar, por lo que ha logrado convertirse en un ejemplo de superación personal.
Su jefe, Diego Tobar, señala que es igual de eficiente a los demás empleados y con más don de gente que cualquiera. "Por sus ganas de superación se merece todo el apoyo. Lo conocí montando bicicleta. Era una competencia contr arreloj. Él estaba en una bicicleta poco adecuada. Me le arrimé y vi que le faltaba una pierna. Lo invité para que saliera con nosotros a montar, y un día le propuse que me colaborara con vueltas de la empresa. Él le enseña a uno que las únicas murallas son mentales. No hay obstáculos, lo único es apoyar las fortalezas que tienen estas personas", dijo.
Sandra María Cuervo adquirió su discapacidad cuando ya era una mujer hecha y derecha y madre de tres hijas. El 23 de abril del 2001 perdió una pierna por un tumor cancerígeno en la rodilla. Tuvo que dejar de trabajar y enfrentarse a los temores de no poderse defender como antes.
Comenzó pintando y ven diendo porcelanas desde su casa hasta que, por medio de un familiar, conoció el programa Zonas Azules. Eso fue hace cinco años. Hoy en día vive agradecida de su trabajo. Sale todos los días, se siente útil, gana el sustento que le da para vivir. Resalta que aún falta mucho en cuanto a empleo para discapacitados.
Ella es una de esas personas que aunque les falte una parte de su cuerpo, de acuerdo con sus amigos y compañeros le sobra lo que a otros les hace falta, ganas de superación y berraquera.
Tatiana Ramírez trabaja en Normandy desde octubre de 2007. Empezó empacando yogures y ahora labora en el área de dulcería. Arma cocadas y admite que no le gustaría pasar a la sección de arepas, debido a que hace mucho calor, aunque le encanta comerse una bien doradita al desayuno.
Tatiana vive con su mamá y su hermana en el barrio Chipre y con lo que gana ayuda en el hogar. Tiene un retraso leve, razón por la que se formó en el Ceder donde tuvo como principal fin capacitarse e ingresar al mundo laboral.
Su jefe, Edwin Blandón, cuenta que la joven de 17 años es echada para adelante. "Hay que estar pendiente es de que no hable mucho. Es muy sociable", explica el supervisor de línea.
Además es de la brigada de seguridad. El gorro rojo que se pone la identifica como líder en casos de emergencias.
"Fue el Ceder el que nos ofreció el programa. Ellos llegan lo suficientemente preparados para hacer una práctica real. En este proceso afianzan y asumen sus responsabilidades. Muchos se van porque quieren, no porque las empresa los eche. Acá nadie tiene un trato diferenciado", aseguró Claudia Castaño, directora de Gestión Humana de Normandy. Hoy trabajan allí cinco personas, tres por nómina y tienen convenio con el Ceder desde hace siete años.
Carlos Montes es sordo. Desde hace 19 años es operativo de cementerio en Jardines de la Esperanza y cumple sin ningún problema labores de inhumación. "Acá ellos se tratan como un empleado normal. Que no rindió, pues se le llama la atención. Que volvió a embarrarla, se le manda un memorando. Es así de sencillo, se le aplica el conducto regular. La sociedad está despertando a la necesidad de visibilizar esta población. La inclusión no es de pesar, es de respeto", explica Nelly Muñoz, directora del Parque Cementerio La Esperanza.
Resalta que ha sido un proceso de aprendizaje. "Trabajar con ellos se volvió normal, aunque la comunicación puede ser al principio una limitante, pero con el tiempo todos aprendemos a entendernos".
Hace 41 años se tiene el parque cementerio y hace 25 trabajan con población discapacitada. "Es un proceso que crea independencia en las personas con discapacidad. No es tan complejo como todo el mundo piensa". En la actualidad trabajan en esta entidad cuatro trabajadores discapacitados, dos por nómina y dos por práctica con el Ceder.
Este premio se creó en 2010 con el fin de destacar a las empresas que contraten personal con discapacidad.
El objetivo fue generar opciones de respuesta al empleo de personas con discapacidad y otra posibilidad para el desarrollo de la responsabilidad social empresarial.
Aunque el fin no fue otorgar dinero, exenciones de impuestos u otras ayudas económicas, sí se entregó un reconocimiento simbólico y social, para despertar el interés de las empresas locales que demuestren su apoyo decidido a los discapacitados del municipio.
La convocatoria fue hecha en conjunto con el Ceder, la Cámara de Comercio de Manizales y el Sena, como una forma de destacar a quienes cumplen con esta Responsabilidad Social Empresarial (RSE).
Para esa primera versión el ganador fue Normandy, y el año pasado lo hizo Jardines de la Esperanza, además de que han sido destacadas otras compañías como Color Siete, Súper de Alimentos y Conjunto Residencial Torres de Oriente.
Es aquella que tiene alguna limitación temporal o continua que puede ser auditiva, visual, motriz, cognitiva, sicológica o de aprendizaje. Se trata de una alteración en el funcionamiento de organismo, tanto física, cognitiva, sensorial, mental permanente o transitoria.
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