Q’HUBO | LA PATRIA
Las celebraciones de la noche de Navidad y las de fin de año llegan con excesos, y algunas familias permiten que - por una noche - los niños se tomen uno o dos tragos.
Según la región del país, permitir que los menores de edad tomen licor es asociado a que los niños se están "volviendo machitos". "A las niñas hay que darles para que se vayan acostumbrando y cuando se hagan mayorcitas no se dejen emborrachar del primero que les endulce el oído", dijo Javier Guevara, un celador soledeño que recuerda que su primer trago de aguardiente se lo dieron a los 7 años "pa' matar las lombrices".
Niño borracho
Q'HUBO le consultó al toxicólogo Agustín Guerrero sobre las reacciones que tiene en el organismo de los niños la ingesta de alcohol. Este señaló que las manifestaciones en un niño son muy parecidas a las de un adulto aunque con mayor intensidad.
"Se observa marcha tambaleante, alteración del habla, alucinaciones, vómito, actúan agitados y agresivos o pueden llegar en estado de somnolencia. Algunos convulsionan y hasta caen en estado de coma si han bebido mucho".
Guerrero señala que el guayabo suele ser mucho más fuerte en los niños que en los adultos. "Los niños metabolizan más rápido el alcohol. Normalmente lo degradan más rápido y se acumulan más en el organismo de ellos. De esa manera, con menos cantidad de alcohol que un adulto los menores llegan a la embriaguez".
El toxicólogo advierte que cualquier bebida alcohólica es peligrosa. "No se salva ni la cerveza, los vinos o el aguardiente". Por lo que en estas fiestas de fin de año hay que decirlo "¡NO!" a los niños con trago.
¿Por qué los emborrachan?
Existe mucha influencia del entorno cuando se presentan las intoxicaciones por consumo de alcohol. Por lo general, la primera experiencia al tomar un trago es en el hogar, entre los 7 y 8 años, mientras que la primera borrachera es entre los 12 y 15 años.
"Es una cifra alarmante que se da por la falta de control social ya que hay padres que creen que el darles trago a los niños es normal y hace parte de su crecimiento ya que ellos también tomaron desde niños", afirma el toxicólogo Agustín Guerrero.
“Existe una actitud tolerante de muchos padres al darles licos a los niños"
Agustín Guerrero, toxicólogo.
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