En Colombia, 6 de cada 10 créditos llegan a manos de una mujer

Impulsar la justicia social y promover el trabajo decente. Este es uno de los dogmas de la OIT, que es la Organización Internacional del Trabajo. Una de las agencias de la ONU (Naciones Unidas), y que tiene por delante uno de los mayores desafíos con el que nos encontramos en el inicio de la década. Máxime si pensamos que dicho desafío debe complementarse con uno de los mayores desafíos globales, que es la igualdad de género. 

En un inicio de década marcado por la pandemia del Covid 19, que nos ha modificado duramente las formas de relacionarnos, y también las formas en que pensamos y deseamos desarrollarnos como sociedad. Por ello, es que traemos a colación a la OIT, y a uno de los puntos centrales que tiene dicha organización como objetivo. Y es aquél que nos invita a trabajar en pos de que todos los seres humanos, sin distinción de raza, religión o sexo, tengan derecho a buscar su bienestar y desarrollo en condiciones de igualdad de oportunidades. 

Y es aquí donde encontramos uno de los puntos claves en los que como sociedad latinoamericana, debemos profundizar. Como dato concreto, y para ejemplificar, vamos a mencionar simplemente que según un análisis de información de Experian Datacredito, las mujeres resultan más cumplidoras con sus obligaciones crediticias, y no sólo eso, sino que además del universo de datos analizados se desprende que las mujeres poseen un mejor perfil de riesgo crediticio que los hombres, esto explicado por Natalia Tovar, quien es la Vicepresidenta Jurídica de Datacrédito. Sin embargo, el dato que llama la atención, y nos invita a reflexionar sobre la igualdad de oportunidades; es que según se publica en un medio español. Un informe de ONU Mujeres, la DANE (Departamento de Estadística) y la Consejería para la Mujer, las mujeres en Colombia obtienen hasta un 27% menos de ganancias en sus ingresos que los hombres. 

Y esto nos permite aventurarnos en la conclusión, de que ya no se trata sólo de hablar de equidad, igualdad o dignidad. Sino de una manera limitada de buscar mayor y mejor productividad. Como ya sabemos, el acceso al crédito, la posibilidad de acceder a un préstamo, resultan fundamentales para impulsar proyectos, cumplir sueños o dar esperanzas en nuevos emprendimientos. Que en definitiva, promoverán el consumo. Y esto justamente, es que nos resulta revelador a la hora de cotejar los datos de la realidad cotidiana que expusimos líneas arriba. Ya que nos encontramos con que las mujeres no sólo son más cumplidoras con sus obligaciones, sino que además los créditos que solicitan están asociados por lo general a la productividad, es decir, que los dos tipos de cartera que mayoritariamente movilizan son los relacionados al comercial y al microcrédito. 

Tenemos por delante entonces, una enorme oportunidad de desarrollo. Según el informe global sobre brecha de género, que elabora el Foro Económico Mundial, la nación se encuentra en el puesto 122, de 153, al momento de considerar la igualdad salarial para trabajos similares entre hombres y mujeres. Datos que confirman lo anteriormente mencionado, y que no sólo nos muestra, como ya mencionamos, un desafío mayúsculo a la hora de trabajar en pos de la equidad. Sino que pone en evidencia la enorme oportunidad de desarrollo que tenemos si nos enfocamos en mejorar las herramientas que promueven la tan deseada igualdad de oportunidades. Sin distinciones de ningún tipo. 

La promoción de proyectos económicos, el acceso a la información, la formación y las alternativas de acceder a un crédito para poder financiar cualquiera de los puntos mencionados, y tantos otros como el acceso al desarrollo de herramientas digitales. Pueden convertirse en un motor que impulse a las economías a salir de la compleja situación de la economía regional, y que la pandemia global ha agravado sin piedad.