Tener un hijo del pandillero con más poder e influencia en el barrio es una forma de las adolescentes de ser reconocidas y visualizadas en su entorno. Mientras tanto ellos, que se saben presa de las autoridades o de un enemigo, buscan dejar la ‘pinta’, explica Consuelo Álvarez, psicóloga de Servicios Amigables para Jóvenes, programa de educación sexual de la Secretaría de Salud del Municipio de Cali, de la ESE Ladera Meléndez.
La descomposición social y la desintegración familiar hacen su aporte al creciente número de menores de edad en estado de gestación. “Los pandilleros hacen apuestas al que más niñas embarace. Muchas peleas de ellos son porque uno le quitó la novia al jefe de la banda”, dice María Angélica Mosquera, directora de la Fundación Herman Rivas Urrea, que apoya adolescentes embarazadas en siete barrios marginales de Cali hace seis años.
Así pasó en Los Lagos. Un pandillero de 17 años, asesinado el pasado 27 de diciembre, dejó una chica de 15 años con un bebé y otra de 16 embarazada. “Allí ya son cuatro menores de edad en situación de mayor riesgo y el círculo de pobreza vuelve a repetirse”, comenta María Angélica.
Por casos extremos como estos o el de la menor que falleció en el Hospital Universitario del Valle, HUV, líderes comunitarias como Socorro Camacho, del Distrito de Aguablanca, califica como protagonismo del Icbf que ahora pida la detención de John Franco, padre de Allison Brigitte, la bebé que fue raptada en Bogotá, por ser él un hombre de 27 años que tuvo relaciones sexuales con Katherine Gallego, menor de 14 años, y madre de la bebita.
“Eso es solo protagonismo porque todos los días aparecen niñas hasta de 12 años embarazadas y no pasa nada. Hace poco una señora de aquí fue a denunciar que a su hija de 14 años se la llevó el novio y en el Icbf le dijeron que esa era una decisión de la niña, que la dejara”, relata Socorro.
A noviembre de 2012, historias así, de menores de 14 años que pasaron de la niñez a la adultez en una forma abrupta, hubo 166 más en Cali, y 68 más provenientes de otras ciudades.
De acuerdo con el Departamento de Epidemiología de la Secretaría de Salud Pública del Municipio, la cifra bajó con relación a la de 2011, que fue de 265 casos. “Pero no es para quedarnos tranquilos”, dice Sonia Quebrada Jiménez, de Salud Sexual y Reproductiva de esa dependencia. Menos aún si 5.192 menores de 19 años fueron madres en 2012. Una cifra alta todavía para ese rango de edad, así sean 1.276 menos que en 2011, que totalizó 6.468 casos.
El embarazo precoz se ha convertido en la asignatura que padres, autoridades, educadores, Ongs y los mismos adolescentes, no han podido ganar. Al contrario, el director nacional del Icbf, Diego Molano, declaró que en 2012 se reportaron más de 8.000 menores de 14 años en embarazo en todo el país. Casi la población de cuatro colegios.
La raíz es una telaraña compleja con muchas variables que se cruzan, pero hay una dominante: una familia ausente y sin vínculos afectivos fuertes con los hijos.
“No hay familia. Y esta ausencia los adolescentes la compensan con un chico o chica que está en iguales condiciones. Y su bebé se convierte en su objeto afectivo, pero es como un juguete”, explica la hermana Alba Stella, directora de la Fundación Paz y Bien que alberga adolescentes embarazadas en el Distrito de Aguablanca.
Si ese vínculo afectivo es débil o no existe, la información sexual y reproductiva es igualmente escasa. “Esa educación se debe hacer es desde el sentimiento de papá y mamá que educa al niño en valores y en proyecto de vida, no en la escuela con una clase y un video”, sentencia la hermana, a quien llaman “abuela” por los más de 1.200 bebés que han nacido en los 18 años que opera su institución.
El Estado hace campañas de prevención y entidades privadas aportan labor social, pero no basta. “Hay mucha información sobre sexualidad, pero hay cero formación en valores y eso solo se aprende en el hogar”, dice Liliana Mosquera, productora del espacio televisivo de la Fundación Herman Rivas Urrea.
En ese contexto social de pobreza, a muchas niñas les toca ir a trabajar a edad temprana y son víctimas de abuso de hombres mayores. Y muchas madres de familia lo permiten y no denuncian al abusador porque lo trasmutan en benefactor.
Los sociólogos lo llaman prostitución de segundo nivel. “Hemos recibido adolescentes embarazadas que no denuncian al abusador porque este les pagó los brackets, les regaló un celular, les da lo del arriendo o les manda un mercado”, denuncia Viviana Velasco, coordinadora del Centro de Educación Integral de la Fundación Paz y Bien. Y cita casos aberrantes como las que callan porque reciben 5.000 pesos diarios o las invitan al Parque de la Caña u otro centro recreacional.
Ante la descomposición familiar, los jóvenes a cargo de abuelos, tíos o hermanos mayores buscan otra familia: pandillas, barras bravas, drogas o sexo o varias de ellas. “Adolescentes sin normas o pautas claras de crianza se distancian del grupo familiar y hallan refugio en amigos, la calle, el novio o la adicción”, dice Consuelo Álvarez.
Entonces aparecen menores adictas con embarazos indeseados en relaciones esporádicas, en una fiesta o bajo el efecto de sustancias psicoactivas. Como una remitida a Paz y Bien. Tenía 15 años y cuatro meses de gestación. Nadie les advirtió que era consumidora.
Al otro día se oyó un estruendo en el baño. La recién ingresada convulsionaba en el piso y botaba espuma por la boca. El diagnóstico médico dictaminó que se acababa de inyectar una sobredosis de morfina. Luego ella confesó que había intentado asfixiar a un bebé en la Fundación porque no soportaba su llanto.
Fue trasladada a otro albergue. Como la que llevaba el frasco de poper en la vagina, la que salía a comprar pastas para drogarse, las que pedían cigarrillos a los vagos de la calle, en fin...
María Angélica Mosquera insiste en que la falta de valores lleva a la promiscuidad. “En Desepaz, uno de los barrios más críticos con esta problemática, atendimos una joven de 15 años que no sabía quién era el padre de su bebé porque en los últimos tres meses había tenido relaciones con cuatro hombres, incluido el mejor amigo de su novio”, dice.
Se nota la falta de compromiso de padres, como lo muestra la expresión de una mujer de Los Lagos que se quejó: “Yo necesito que ella cumpla los 15 rápido para que consiga marido y se vaya, estoy cansada de mantenerla”.
Entonces, la maternidad aparece como una vía de escape para soñar con un hogar y “así me libro de mi mamá”, creen. “Una chica de 16 años siempre iba a los talleres llena de moretones por los maltratos de su pareja. Hicimos los trámites en la Casa de Justicia de Siloé para denunciarlo, pero ella se negó con el argumento de que “él es el papá de mi hijo, me da para los pañales, y para qué vuelvo a la casa si allá me va peor”.
Esa es la otra cara, agrega María Angélica. Las que reciben el supuesto apoyo de sus padres para criar su bebé y terminar su bachillerato, sufren las humillaciones de su familia y se convierten en la empleada doméstica de la casa.
Las estadísticas muestran que hay zonas más vulnerables por el desplazamiento, pobreza y falta de oportunidades. Pero no significa que en estratos más altos no exista el problema. “En los barrios altos se presentan casos, pero tienen cómo ocultarlos. Se llevan la niña a otra ciudad, la sacan del país, entregan el bebé a un familiar o en adopción o pagan un aborto; si abriéramos sede en El Ingenio, El Caney o Ciudad Jardín, nos llegarían menores embarazadas”, dice María Angélica.
Esta niña de 15 años podría ser la hermanita mayor del recién nacido que duerme en la sala de cuidado obstétrico del HUV. Bajo su blusa se dibuja su busto apenas en formación. Con su cara de muñeca afro y expresión infantil, toma el bebé para alimentarlo. Pero parece que fuera a jugar.
A esta chiquilla la mandó el papá desde Tumaco para que viviera al cuidado de su mamá en Cali y estudiara. Estaba en séptimo grado e iba a hacer tareas a la casa de sus compañeras. Allá conoció al hermano de una de ellas, de 17 años, y en un noviazgo fugaz, tuvieron relaciones en la casa de él.
Los padres del joven lo regañaban por su conducta, pero la niña quedó en embarazo a los 14 años. En la inocencia de tener su primer novio, le pidió que usara condón, pero él le dijo que “eso” no le gustaba y que no le iba a pasar nada, cuenta empezando y cerrando cada frase con su sonrisa blanca de dientecitos perfectos. Y le pasó.
Ella tiene el apoyo de su mamá, que quiere que termine su bachillerato, y de la familia del novio, que ahora paga servicio militar en el Ejército. “Él dice que va a responder, pero una cosa es decir y otra es hacer”, dice esta mamá precoz que va pasando de la fantasía del amor a la realidad de la maternidad.
Como ella, muchas niñas se convierten en madres por ingenuidad. “Los chicos les dicen mentiras como que se hicieron inyectar o tomaron pastillas para no embarazarlas o les piden la prueba de amor y ellas sienten temor de que él las deje”, dice Consuelo.
“Es una moda. Se volvió casi una competencia tener relaciones sexuales a temprana edad. Decir que se es virgen a los 18 años es motivo de burla entre los adolescentes porque se les da información, pero no educación y no están centrados en valores ni en expectativas de vida”, concluye Liliana. Más que las adolescentes embarazadas, el problema es la falta de padres comprometidos.
UN CASO MORTAL
Ella llegó de Bocas de Satinga, en el Pacífico nariñense. Tenía solo 15 años, dos meses de gestación, pero era huérfana de madre y su padre no atendió a los llamados de Casita de Vida, el programa para madres adolescentes de la Fundación Paz y Bien en el Distrito de Aguablanca.
La joven se mostraba aislada y no respondió a las terapias psicológicas. Era apática, no sonreía y no participó en la confección del ajuar del bebé. Dijo que el padre de su hijo era un novio, que nunca apareció, y luego se refirió “a un pastor de una congregación” en Nariño.
Sus vómitos parecían síntomas propios del embarazo, pero ella se inducía las náuseas, por lo que estuvo en el HUV dos veces. En noviembre tuvo un parto exitoso y regresó a Casita de Vida, pero al provocarse vómitos, la cirugía de la cesárea se abrió dos veces.
“En esos días la visitó una defensora de familia del Icbf, quien autorizó su salida del HUV sin consultar con la Fundación Paz y Bien, que éramos los responsables y conocíamos el caso. Cuando nuestra trabajadora social llegó al HUV, la joven ya tenía los papeles y la maleta lista para salir, algo extraño si un día antes había vomitado sangre”, cuenta la hermana franciscana Alba Stella Barreto, directora de la Fundación Paz y Bien.
La defensora le dijo que recogiera a su bebé en Paz y Bien, lo que nunca hizo, y que se fuera a casa de sus abuelos, sin saber que son desplazados en Manuela Beltrán y rebasan los 80 años.
La menor se agravó. “Allí si no apareció la defensora de familia ni el Icbf y pese a que dicha entidad había retirado la custodia de esa menor a Paz y Bien, el día lunes la remitimos al HUV y el martes falleció”, dice la hermana Alba Stella.
“Llamamos a la defensora, pero en el Icbf nos dijeron: ‘está en licencia’ y no hay una investigación, salvo Salud Pública que sí está preocupada por esto”, dice la religiosa. El País intentó conocer la versión del director del Icbf, John Arley Murillo, pero está en vacaciones.
SEXO CON MENORES DE 14, UN DELITO
Elizabeth Castillo, jefe de Epidemiología de la Secretaría de Salud Pública de Cali, ratificó “que toda relación de un mayor de edad con una niña menor de 14 años es un delito, así el hombre sea un ángel” y descartó que se pueda justificar porque esté respondiendo por la criatura.
La funcionaria explicó que esa situación está tipificada por la ley como un abuso sexual y que también “a los padres de una menor se les debe abrir investigación porque son ellos los primeros responsables de la protección de los menores de edad”.
Igualmente, el médico ginecobstetra Hoover Canaval, director del Departamento de Ginecología y Obstetricia del HUV, explica que desde que comienza la ovulación una menor está en capacidad de concebir, pero el resto de su cuerpo aún está en desarrollo a nivel de pulmones, corazón, aún los mismos órganos reproductivos y por lo tanto no está capacitada para ser madre todavía”.
El especialista señaló que lo ideal es que la adolescente termine su desarrollo físico y emocional y lamentó que entre el 10 por ciento y el 20 por ciento de madres embarazadas que atiende el HUV, están por debajo de los 16 años.
“Lo más crítico es que la mayoría de estos embarazos son no deseados con jóvenes en uniones temporales o esporádicas que les llega de manera imprevista y terminan siendo madres solteras a temprana edad y así la cadena de pobreza en la que viven se repite con pocas posibilidades de superarlas”.
CIFRAS EMBARAZOSAS
- Las cifras de la Secretaría de Salud de Cali muestran que a noviembre de 2012, la Comuna 15 tuvo el índice más alto de niñas menores de 14 años en embarazo: 22.
- Le siguen las comunas 14 y 21 con 21 y 20 niñas, respectivamente.
- La Fundación Herman Rivas Urrea apoya adolescentes embarazadas o madres en Siloé, Los Lagos, El Vallado, San Judas, Orquídeas, Brisas de Mayo y Desepaz.
- En Desepaz atendió unas 60 adolescentes embarazadas o madres en 2012 y la mitad de ellas son menores de 14 años.
- 504 nacidos vivos de madres menores de 19 años en la Comuna 14, fue la más alta cifra en 2012 en Cali.
- 477 casos de igual rango de edad se presentaron en la Comuna 13, la segunda en la estadística.
- 454 casos hubo en la Comuna 21 en el mismo rango de edad para un total de 1.435 en esas tres comunas.
- 4 fue la cifra más baja de nacidos vivos en menores de 19 años y corresponde a la Comuna 22.
- 73 casos de la Comuna 19 es la segunda cifra más baja.
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