Bogotá. No es fácil el camino que tiene que recorrer un jardinero para convertirse en presidente de una de las corporaciones judiciales más importantes del país como es el Consejo de Estado, pero por más lejano que se vea, no es una meta inalcanzable.
Alfonso Vargas Rincón es la prueba de que los sueños son para cumplirlos y en esa dirección logró que fuera nombrado esta semana como el nuevo Presidente del Consejo de Estado. Su historia, su voz y su mirada revelan que el jefe de esa corporación es un hombre vestido de sencillez.
Vargas Rincón nació en un humilde hogar en Ramiriquí, Boyacá, vivió allí hasta que terminó sus estudios de primaria, posteriormente se llenó de valor para probar suerte en la capital de la República.
Al llegar a Bogotá, estudiaba de noche y en el día trabajaba en una hacienda sabanera como jardinero. Fue allí cuando el destino le jugó la mejor de las partidas, ya que conoció a un hombre que lo vinculó al Consejo de Estado y desde ese momento arrancó, sin detenerse, una incansable carrera de disciplina, estudio y dedicación.
Este boyacense guarda en su corazón y con una evidente tristeza el recuerdo de la toma del Palacio de Justicia, hecho del que logró sobrevivir y hoy, 28 años después, lo recuerda con dolor.
¿Cómo recibió la noticia de que era el nuevo presidente del Consejo de Estado?
La recibí con mucha solemnidad, como la vida me ha enseñado, todo se recibe sin susto pero con respeto, así lo recibí.
¿Cómo llega a ser Presidente del Consejo de Estado?
Luego de haber construido ese sueño, en principio imposible de alcanzar, al culminar 34 años ininterrumpidos de servicio, todos en la misma jurisdicción de lo contencioso administrativo, creo que son las luces que me guiaron para encontrar el camino y llegar a recibir la bendición de la Sala Plena y me permitieran ser su Presidente.
¿Por qué dice que era un sueño imposible?
Porque el sueño de llegar a la presidencia es un ideal, por eso pareciera un sueño imposible de alcanzar, pero se alcanza, tendría que comenzar contando que en un momento de mi vida me desempeñé como jardinero, yo soy hijo de campesinos agricultores y ganaderos, agricultores porque tenían un par de matas y ganaderos porque tenían un par de vacas, de una cuna humilde limpia, de unos padres buenos.
Cuando inicié mi carrera en el Consejo de Estado como patinador, mis dos padres estaban vivos y veían a su hijo empezar a crecer pero que en esa carrera ellos murieron. Cómo hubiera gustado que hubiesen estado vivos para que me acompañaran en mi posesión.
¿Cómo pasa de campesino a magistrado?
Una vez terminé la primaria me vine a esta gran ciudad a abrirme paso completamente solo, a buscar auxilios, apoyos, Una vez acá bregando empecé hacer el bachillerato nocturno y trabajaba en el día buscando la subsistencia, era jardinero en una hacienda sabanera y lo hice porque me gustaba.
Luego encuentro una persona que me conoce y me vincula al Consejo de Estado, en el cargo más básico, en ese entonces estaba terminando el bachillerato.
¿Trabajar en el Consejo de Estado era su sueño?
Mi único sueño era mejorar mi calidad de vida, no quería ser abogado, quería mejorar mi calidad de vida. Tengo la convicción de que uno puede hacer la profesión que el destino le ponga en el camino, todo depende si lo hace con disciplina, con compromiso, con dedicación, entregándose, así se construye una carrera.
¿Si no quería ser abogado, entonces qué quería ser?
A mi me llamaba la atención ser ingeniero porque era bueno para las matemáticas, pero el destino me puso acá y estando acá me dieron la oportunidad de buscar un cupo para la universidad para estudiar derecho por las noches y así fue que estudié. Mi meta no era ser un magistrado, yo solo quería ir ascendiendo, por eso para llegar donde estoy no fue una carrera vertiginosa o rápida, es una carrera de 34 años.
¿Cuál fue la reacción de su familia cuando fue elegido como Presidente?
Yo he sido muy medido y prudente, de hecho en el tiempo que le di a entender a la Sala Plena que soñaba con ser el presidente, a mi esposa y mis dos hijos no les conté para no meterlos en esa ansiedad y angustia que una campaña de esa naturaleza genera. Entonces tuve la capacidad de guardarlo prudentemente hasta el punto que el día que me eligieron cuando llamé a mi casa a contarles ellos me dijeron que ya sabían y no gracias a mi.
Sin embargo estaban muy felices, pero también muy discretos, sin hacer alardes o extravagancias, asumiendo todo con mucha humildad.
¿Cuales son los retos a los que ahora debe enfrentarse?
Son muchos, no los podría sintetizar, entre ellos está el de mostrarle a la sociedad eficiencia en toda la función que debe cumplir el Consejo de Estado como órgano consultivo del Gobierno Nacional.
¿Sintió miedo cuando fue elegido?
No, miedo no, pero sentí un gran respeto profundo, sin susto, el temor no se puede confundir con el respeto.
Su historia es esperanzadora, pero en ese camino se encontró con situaciones difíciles. ¿Cómo le tocó vivir la toma del Palacio de Justicia?
Sí, esa es una página triste para Colombia, fue en noviembre del año 85 hace 28 años, en esa época yo era escribiente, mi oficina estaba en el primer piso, era la 108. Yo estaba haciendo un escrito para que firmara el Presidente de la Sala, iba para donde él y fue en ese momento cuando estalló la guerra, una guerra dentro del Palacio de Justicia que lo que se veía por fuera era un pequeñita idea de lo que sucedía por dentro, la providencia me salvó, yo logré salir por la noche del Palacio, me rescataron y me llevaron a la Casa del Florero, quisiera que no profundicemos mucho en eso, fui un favorecido de esa tragedia.
LA CONYUNTURA
¿Está de acuerdo con que el régimen especial de pensiones para los congresistas crea un hueco fiscal y podría llevar al país a la bancarota?
No tiene eso porque llevar al país a la bancarota, estamos hablando de un régimen de seguridad social en pensiones y ello tiene unos requisitos que lo estructuran y son un objeto y un recuro, ese objeto es garantizar las contingencias derivadas de la invalides, la vejez y la muerte, y eso se cubre con una estructura de aporte o cotizaciones obligadas, las cuales las hacen el trabajador y el empleador. Entonces el Estado hace un aporte y el empleador otro aporte, esos recursos son un aporte obligado que las personas hacen durante 20 años, por eso digo que si eso se administra bien, no es posible en principio que el país termine en un hueco fiscal o en la bancarota.
¿Se violan los derechos adquiridos?
Pienso que no porque la misma Constitución señala que se garantizan los derechos adquiridos y que en ningún caso podrá disminuirse la mesada pensional, no veo por qué se puedan afectar, siempre y cuando cada una de esas pensiones haya sido reconocida con estricto cumplimiento de las exigencias contempladas en la ley.
¿Cree que esta vez sí haya un proceso de paz exitoso?
Siempre he creído que las cosas malas traen cosas buenas, que cuando surgen cosas malas y si logramos sobreponernos eso engrandece el alma. Las guerras dejan mucha enseñanza, es posible que en el pasado se hayan hecho muchos esfuerzos buscando la paz, pero yo creo que todos hemos aprendido y si se pierde la esperanza perdemos todos, debemos confiar en nuestras autoridades.
¿Está de acuerdo con que Colombia se retire del Pacto de Bogotá?
Para que la sociedad puede calificar a sus autoridades deben conocer bien qué es lo que hacen, y este aspecto es de competencia del Gobierno Nacional. Para responderle debería conocer todas las implicaciones y así no correría riesgos, es un tema muy delicado y prefiero no emitir juicio en ningún sentido, solo tener fe y creer en las autoridades y que lleguen a un acuerdo digno que salvaguarde la soberanía nacional.
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