Todo comenzó hace algunos meses en un bar de Cali. El mismo bar en el que trabajaba Leidy Johanna Bárcenas Alzate, la caleña condenada a cadena perpetua en China por tráfico de droga.
La mujer, de 27 años de edad, pasaba por una mala situación económica. Y fue justo ahí, en su lugar de trabajo, donde conoció a varios hombres, clientes del sitio, que aprovechándose de su necesidad le ofrecieron un “plan de negocios”.
Leidy, entonces, habría hecho un pacto con esas personas. Ellos le prestaron US$500, es decir, poco menos de un millón de pesos y le ofrecieron un viaje a Sao Paulo (Brasil) para trabajar en una empresa.
Y el viaje llegó. Y la mujer se fue para Brasil con la promesa que le ofrecieron de trabajo. En Cali quedó su madre y su hija, una niña con síndrome de down.
Al llegar a Sao Paulo todo cambió: no había trabajo ni mucho menos compañía de negocios que esperara por ella. En ese momento, Leidy Johanna se dio cuenta de que era víctima de un gran engaño.
Los hombres la amenazaron con matarla a ella y a sus familiares si no cumplía desde ese momento sus órdenes. Esas órdenes, por supuesto, tenía que cumplirlas bajo gritos, maltratos.
La principal orden, la última orden, que le dieron a Leidy Johanna fue llevar hasta Pekín (China), una maleta cargada con unas cápsulas camufladas entre prendas de ropa que contenían un total de 1.200 gramos de cocaína. La mujer viajó el pasado 30 de marzo en un recorrido que desde Sao Paulo pasó por Qatar hasta llegar a Pekín, donde fue detenida en el aeropuerto por las autoridades chinas.
Según se conoció por un diario de ese país, un agente descubrió accidentalmente la cocaína, cuando tocó sin querer el abrigo de la muchacha y notó que debajo de él había algo rígido.
A la chica también le habían escondido droga en la ropa que vestía. Sin embargo, para ese momento, otros detalles habían puesto ya a la mujer bajo sospecha de las autoridades, como el hecho de que apenas llevara ropa suficiente en un viaje tan largo.
Leidy Johanna, según informó la Cancillería de Colombia, confesó que había sido engañada y que aceptaba los cargos. La mujer ha venido contando su tragedia a la Cancillería desde el pasado 9 de abril, cuando el consulado colombiano tomó conocimiento oficial de su caso.
SU SITUACIÓN LEGAL
Álvaro Calderón, director de Asuntos Consulares de la Cancillería colombiana, explicó que Leidy Johanna en este momento está en proceso de apelación ya que la primera sentencia a cadena perpetua se profirió la semana pasada.
“En China el delito de narcotráfico tiene pena capital y por efectos directos de la defensa y de la apelación que se realiza, la Corte puede llegar a considerar la pena capital y otorgar cadena perpetua”, dijo Calderón.
En el transcurso de este mes, según la información del consulado colombiano, se conocerá la sentencia definitiva.
Calderón también explicó que “con China no hay ningún acuerdo en materia de cumplimiento o de terminación de cumplimiento de penas en territorio nacional”, por lo que la chica no podría tener rebajas de pena ni cumplir su condena en Colombia.
“Lo único que nosotros tenemos es un acuerdo en materia de cooperación penal y no nos cubre esos aspectos, además de eso Colombia no tiene tratado de extradición con China”.
El caso de Leidy Johanna no es el único en China. En este momento hay alrededor de 32 detenidos en Beijín, de los cuales hay 25 detenidos por tráfico de drogas, según dijo el Director de Asuntos Consulares de la Cancillería.
De la misma manera, las autoridades en Colombia tienen un reporte de 68 personas presas en China por narcotráfico, de las cuales cuatro están condenadas a muerte y seis a cadena perpetua.
A raíz del caso de la caleña Leidy Johanna Bárcenas, el servicio de aduanas de Pekín señaló que la entrada de cocaína en China a través del aeropuerto internacional ha aumentado en los últimos años, frente al tradicional tráfico de heroína que predomina en el país.
Así pues, aquella noche en el bar, Leidy Johanna no sólo hizo un pacto de negocios sino que firmó su cadena perpetua anticipada. Hoy, de ese lado del mundo, ella no ha podido hablar con su mamá ni con su hija. Apenas ha podido enviarles saludos a través de la Cancillería. Su situación económica, nunca se arregló.
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