Delinquir se ha vuelto una costumbre en muchas partes y por la más diversa índole de personas. Algunos cobardes utilizan perfiles falsos en los canales de comunicación como WhatsApp, Facebook y sus parecidos. Con eso logran decir lo que quieren, como quieren, cuando quieren, con la cobardía propia de los individuos sin carácter y sin argumentos válidos para hacer sus reclamaciones. La amenaza velada se ha vuelto una costumbre, el uso de perfiles falsos es la constante, la posibilidad de rastrearlos es casi imposible, porque usan los mecanismos de tarjetas SIM (una pequeña tarjeta de plástico que se inserta en el teléfono), que compran en cualquier parte y que no está a nombre de una persona determinada, lo que les permite burlar la ley y comportarse como los hampones que son, en aparente completa impunidad.
Digo aparente, porque el tramposo siempre deja huellas, que si se siguen con cuidado, llevan generalmente al paradero del bellaco y mal nacido, que utiliza ese medio para pisotear el honor y la honra de los otros, sin que aparentemente estos puedan defenderse y tomar acciones que los pongan en evidencia y los expongan al paredón de lo público, donde por supuesto sus acciones serán objeto de señalamiento, rechazo y reacción, con acciones que contrarresten ese avatar de nuestra vida actual en el que la tecnología en manos de gente sin escrúpulos, es una herramienta que convierten en arma para dañar a otros, aparentemente inofensiva y que se convierte en ilegal con la que cometen sus delitos, pensando que seguirán siempre en el anonimato y no podrán ser judicializados. Todos los días en Colombia los ciudadanos están sometidos a la acción de estos personajes sin escrúpulos, sin conciencia, sin valor, incapaces como son por falta de verdad y coherencia, de actuar con sus verdaderas identidades, como lo hacen las personas honestas, porque saben que así pueden causar daños, de los que son puestos en entredicho no pueden generalmente defenderse.
Un fulano que dice llamarse Gerardo Andrés Mancera, sin identificación, con una foto de la Policía Nacional, que utiliza con falsedad a la cual dice pertenecer, envía por WhatsApp, utilizando ilegalmente papelería de formato de la entidad, en la cual dice que es “Jefe de investigaciones delegado seccional Caldas”, usurpando y falsificando documentos, para lanzar una serie de supuestas acusaciones a alguien que no tiene nada que ver con el verdadero objetivo de su anónimo, inculpándolo y diciendo irregularmente, violando lo que tiene establecido la Policía, que “está tratando de retardar el proceso, porque tiene una deuda de gratitud”, falsa además, con la persona a la que le escribe, pero amenazándolo de que “irá personalmente por el honor de su supuesto hijo operado, para acompañar la captura” del falsamente denunciado.
Cuando se da cuenta de que su mensaje ha sido leído, bloquea el contacto y se encuentra que usa una tarjeta con un número de teléfono al que por supuesto el cobarde animalillo no responde. Los delincuentes y cobardes son así, ágiles para la calumnia y la injuria, pero, rápidos para borrar las evidencias de su actuación delictiva. Bastardos y cobardes de esos hay en todas las áreas de la vida, y en todas las profesiones, incluida la Medicina.
No contento con su calumnia, es injurioso y comete el delito tipificado en el Artículo 296 del Código Penal, “Falsedad Personal. El que con el fin de obtener un provecho para sí o para otro, o causar daño, sustituya o suplante a una persona o se atribuya nombre, edad, estado civil, o calidad que pueda tener efectos jurídicos, incurrirá en multa, siempre que la conducta no constituya otro delito”. Entonces se vale de la argucia de abrir un perfil falso en Facebook, con fotos sacadas de las redes, para hablar de la “supuesta importante investigación en la que está involucrada la Policía Nacional, específicamente la Dijin, en colaboración con la Fiscalía General de la Nación… Dios y Patria”. Solo que el perfil fue creado hace cuatro días.
A ese mal nacido, sin valores, sin ética y sin coraje, hay que buscarlo para denunciarlo y llevarlo a que sobre él se ejerza el poder de la Justicia, sin miramiento alguno, y con la severidad que deben recibir los delincuentes, que se pavonean impunes, convencidos como están, pueden hacer daños sin que pase nada. Ya veremos cómo evoluciona su nauseabundo e ilegal proceder. La justicia no puede ser burlada por estos delincuentes y las personas no pueden ser sometidas a sus delitos impunemente. Ya le llegará la hora de pagar, que no le quepa duda.