Tras la aprobación en Venezuela de una nueva constitución en 1999, Hugo Chávez centró su política en implementar una serie de reformas sociales de tinte socialista como plataforma de su “Revolución Bolivariana”, censurando a la prensa e instaurando un régimen populista, por lo que la hermana nación sufrió un fuerte retroceso como democracia liberal. Con unos ingresos petroleros récord durante la época del 2000, Chávez adelantó una serie de programas sociales conocidos como “Misiones Bolivarianas”, con los que compró la voluntad de sus ciudadanos, debilitando la estable economía venezolana que empezó a sufrir la inflación y la escasez de productos esenciales, acompañados de la naciente crisis energética.
Durante su Administración, se disparó el aumento de la criminalidad y la percepción de corrupción, a la par que elevó de forma alarmante el gasto excesivo e insostenible. A poco andar, se alineó con gobiernos como el de la República Popular de China, el comunista de Cuba; también con los de Bolivia, Ecuador, Uruguay, Brasil y Nicaragua, todos en ese momento bajo la férula izquierdista. A su muerte, fue sucedido por Nicolás Maduro, quien ya venía ejerciendo como vicepresidente durante su enfermedad. Al hablar del Gobierno venezolano de los últimos años, bien pudiera decirse que guarda sorprendente similitud con el Gobierno Petro, pues su postura populista es calcada de la de Chávez y ahora de Maduro. Déspota e irresponsable, está llevando al país a su hecatombe, haciéndose notar en el escenario internacional como un líder del cambio climático, cuando no es más que un farsante que en sus arranques de sicodélica alucinación, va “esparciendo el virus de la vida por las estrellas del firmamento”.
De ahí su afán por la maratónica correría mundialista, exponiendo su deshilvanada verborrea en la que pocos creen, mientras el país se incendia por su enrevesado manejo gubernamental, tanto o peor que el que atizan los pirómanos que, con su criminal actuación, apoyan sus delirantes procederes. En contraposición a las constantes advertencias de que nuestra economía se encuentra en pésimas condiciones, sustentación que el propio Gobierno hace con la anunciada necesidad de hacer un nuevo reajuste a la reforma tributaria aprobada en el 2022, y decir a los cuatro vientos que les entregaron la olla raspada, la tan cacareada austeridad del gasto público ha sido parte de la mentirosa propuesta con que Petro viene engañando a los colombianos. El recorte en el gasto debe hacerse, no solo en el sector central, sino en todas las entidades del Estado que han brillado por su despilfarro.
Gastar a manos llenas es la consigna de la primera dama, que sin ser funcionaria ni tener agenda propia, brinconea por el mundo entero sin medida alguna, mientras su esposo, el Presidente, asiste a la COP 28 en Dubái con una delegación de 379 personas pagadas con nuestros impuestos. La instalación de la Casa Colombia en Davos Suiza, por la que se pagaron 4 mil 500 millones por tres días, ¿da certeza alguna de la olla raspada que tanto pregona el reyezuelo? La creación del Ministerio de Igualdad y Equidad, con 720 nuevos cargos y 500 mil millones para su funcionamiento en el primer año, ¿indica acaso que estemos cortos de presupuesto? La entrega de un millón de pesos cada mes a los asesinos para que dejen de matar, en un país en donde a la gente la asesinan por robarle 100 mil pesos, cualquier peso que por encima se ponga del millón ofrecido por el Gobierno será una tentación irresistible, que pocón pocón habla de la mesura del gasto.
En el portal de compras públicas se detalla la adquisición de 31 camionetas híbridas para la Cancillería, por más de 6 mil millones de pesos, cuando la mayoría de su parque automotor no supera el año, y solo unos pocos los dos, no va en línea con el amarrón de cinturón pregonado falsamente por el Presidente. ¡Ah!, pero el “abanderado” del cambio climático, argumentando austeridad en el gasto, le quitó 70 mil millones a los bomberos. El sistema MAFFSII, por sus siglas en inglés (Modular Airbone Fire Fighting System II), adquirido por la FAC en 2017 para ser adaptado a un avión Hércules C-130 para apoyar las operaciones de sofocamiento de incendios forestales, lanzando 3 mil 400 galones de agua y sin uso hasta ahora, no ha podido ser utilizado por falta de mantenimiento.
Pese a ser Petro el Presidente que más ha viajado, no ha logrado transformar su retórica climática en planes concretos que beneficien al país, o que tracen una senda para convencer al mundo de sus reformas radicales frente al aparato productivo. Cháchara y más cháchara para mantener abierta la carpa del circo que gobierna.