LA PATRIA | MANIZALES
Cuando mataron a Víctor Hugo Arroyave Claros, en el barrio El Carmen, en octubre del 2014, sus familiares indicaron que buscarían la forma de que se hiciera justicia y de demostrar que el asesino no actuó en defensa propia.
En agosto del 2016 lograron su objetivo. Un juez penal de Manizales condenó a 17 años de cárcel al sindicado.
Sin embargo, esta semana, el Tribunal Superior de esta ciudad dijo otra cosa: se confirma la sentencia condenatoria por homicidio, modificándola en el sentido de reconocer a su favor el exceso en la legítima defensa. La pena queda en 34 meses (2 años y 10 meses). Se revoca la orden de captura.
Esto quiere decir que al sentenciado le concedieron la suspensión condicional de la pena por un periodo de prueba de tres años, tiempo durante el que tendrá que comportarse bien y presentarse ante el juzgado, cuando se le requiera.
El homicida, desde el principio, aseguró que actuó en defensa propia. Para el juzgado, fue una muerte causada por intolerancia.
Entre las versiones se indicó que el 5 de octubre del 2014 la víctima salió con unos amigos y se sentó en una esquina del barrio El Carmen. Ellos consumían un cigarrillo de marihuana, cuando apareció el agresor, con licor en su mano, y le pidió a Víctor Hugo, de 22 años, que le vendiera uno, pero la respuesta fue que no era jíbaro.
El occiso se paró y le dio la espalda a su verdugo, que sacó un cuchillo, lo apuñaló en el cuello y botó el arma. Los amigos reaccionaron y persiguieron al asesino hasta una vivienda, lo detuvieron y lo entregaron a la Policía.
En la audiencia, la defensa alegó que el acusado, de 24 años, poseía hematomas que le provocó su víctima. Como no tenía antecedentes y respondía por sus hijos, su esposa y su madre, lo dejaron libre. Tras el juicio, lo condenaron, pero como reo ausente.
La defensa del acusado, que trabajaba para una empresa distribuidora de pollo, aseguró que el fallecido le cobraba constantemente vacunas para dejarlo trabajar. El día de los hechos se cruzaron en una esquina y se dio el ataque. Una testigo aseguró que el sindicado llegó a su casa y le contó que había matado a Víctor Hugo, porque estaba cansado de que lo atracara en los tres meses que llevaba en ese barrio. Además, que llamara a la Policía.
El Tribunal halló contradicciones en las versiones de los testigos que acompañaban a la víctima. Además, que el arma homicida se encontró en la cocina de la casa donde se escondió el asesino, para evitar ser linchado.
"Cada que llego me atraca. Por eso no volví a bajar a almorzar. Ya me quitó hasta la plata para la leche del bebé, ya no más, ya no aguanto más. Sé que lo maté, lléveme que lo voy a pagar", les dijo ese día el detenido a los policías.
"Surge muy poco probable que un muchacho, nuevo y desconocido en un barrio delicado, haya decidido enfrentar en solitario a varios jóvenes que fumaban marihuana en una esquina, y pidiese que le vendieran, con cuchillo en mano, exponiéndose a un potencial linchamiento. Se reconoce, en razón de la duda, que debe siempre favorecer al procesado, la concurrencia de un exceso de legítima defensa", concluyó el Tribunal.
A un hermano de Víctor Hugo lo asesinaron también en el barrio El Carmen, en el 2011. El homicida fue un menor de edad.
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