La confusión que reinaba a las 7:30 de la noche de aquel viernes de hace seis años hoy es claridad para la justicia. El Tribunal Superior de Manizales confirmó la condena a Jhon Edilson Tangarife Giraldo, supervisor de la mina La Coqueta, como determinador del asesinato de Alfredo Díaz Durán, de su jefe y propietario de la explotación.
El hoy condenado contrató a los sicarios en Cali por $2 millones, les facilitó las armas de fuego y los trajo a Manizales dos días antes del homicidio. Asistió al funeral del empresario minero, pero al día siguiente se fue y desde entonces es uno de los hombres más buscados. Le espera una condena de 36 años y seis meses de prisión, por homicidio agravado.
Ataque
El homicidio sucedió en la tarde del 19 de julio de 2013, cuando Durán había terminado de pagar los jornales de la semana y regresaba a Manizales en una camioneta de estacas. Lo acompañaba un hijo menor de edad.
Por una pendiente destapada, dos sicarios se apostaron en un montículo justo antes de una curva. Aprovecharon que el vehículo debía pasar lentamente y dispararon. Un tiro certero en la cabeza acabó con la vida del empresario.
Al lugar, en penumbra, llegaron camionetas de alta gama y de la policía. La camioneta en la que se desplazaba la víctima se volcó en una cuneta. El menor salió ileso, físicamente.
Entrega
Mientras la unidad básica de investigación criminal realizaba las diligencias en la escena del crimen, otro grupo de investigadores de policía judicial arribó al sitio.
Los agentes se internaron en una zona boscosa y de allí sacaron detenido a un sicario, identificado como Saúl Olaya Hurtado, quien se había refugiado con su cómplice Abraham Humberto Londoño Tangarife, que murió minutos después de los hechos.
Acerca de este segundo deceso, el Tribunal en la sentencia de segunda instancia mantiene la versión de que se trató de un disparo accidental realizado por el detenido y que penetró unos centímetros por encima de la rodilla izquierda de Londoño, quien murió desangrado.
Dudas
Sin embargo, aún no encaja del todo la versión sobre envidias, discusiones o robos de oro como móvil de los hechos. Incluso pudieron existir otros motivos, señaló la magistrada que leyó la sentencia de segunda instancia.
Al parecer, por esos días el fallecido y dueño de la explotación recibía presiones para que vendiera su derecho y cediera la licencia a un consorcio vecino.
El sicario fallecido resultó ser primo del supervisor de la mina, quien ahora es buscado por haber ordenado la muerte de su jefe. Las autoridades se incautaron de un celular en el que encontraron fotos del sicario con su primo, el determinador del crimen.
Juicio
El Juzgado Quinto Penal del Circuito de Manizales presidió el juicio oral, con el acusado ausente. El sicario estaba citado a declarar, pero al ser llevado a la sala se negó.
Según sus palabras, no hablaba porque sabía lo que le hacían a los sapos en la cárcel. Prefería pagar más tiempo de cárcel que hablar. En general armó un show de paranoia.
La Fiscalía introdujo la entrevista realizada luego de la captura, cuando señaló al determinador y dio toda la información relacionada con el hecho criminal. Se sabe que luego de ver morir a su cómplice se comunicó con un familiar y acordaron que se entregaría de inmediato.
Confirmada
La falta de una prueba testimonial fue aprovechada por la defensa, luego de la condena en primera instancia, para apelar la decisión, pero el Tribunal Superior confirmó la sentencia.
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