LA PATRIA | MANIZALES
El hecho de que su padre lo hubiese abandonado a la edad de siete años no le quitó la idea de la cabeza al patrullero de la Policía Cristian Camilo Arredondo Ramírez de querer conocer a su progenitor, Héctor Mario Granada de Ossa. La explicación que le dio su mamá, María, le pareció convincente y justificada.
Ella le dijo que lo concibieron muy jóvenes, cuando tenían 19 y 18 de edad respectivamente, y decidieron tomar cada uno su camino. Por eso no renunció a la posibilidad de encontrarlo algún día, hablar con él y al menos darle un abrazo.
Por eso, con 30 años de edad, se puso a la tarea de ubicarlo con la ayuda de muchas personas. ¡Y lo logró! Héctor Mario es conductor en Belalcázar y ahora, pese a que su padre formó un nuevo hogar, con dos hijos de 27 y 15, tienen una bonita de relación de familia.
El uniformado entendió las explicaciones de su madre, fue consciente de que no podía juzgarla, ni revivirle un pasado que quizá quería dejar atrás. Por eso emprendió la búsqueda, pero sin contarle a ella.
"Solo sabía su nombre, pero no completo. Que era conductor de un yip en ese tiempo y que había un tío de nombre Ramiro. En el 2011 ingresé a la Escuela de Carabineros Alejandro Gutiérrez. Me mandaron para Nariño y laboré en Tumaco. En cada permiso viajaba a Manizales e intentaba encontrar a mi padre, pero sin suerte", relató.
Trabajando en el Grupo de Talento Humano de Policía Nariño buscó en su hoja de vida una información que requería y se encontró con el genograma que elabora el área de psicología de la Institución. Halló el nombre completo de su padre y se contactó con el patrullero Wímar Bermúdez Agudelo, del Grupo de Investigación Criminalística, excompañero de la Escuela de Carabineros, quien le ayudó a obtener más datos.
Así pudo saber que vivía en la vereda San Isidro, de Belalcázar. Llamó al subintendente Jhonny Alexánder Valencia Rubio, comandante de la estación de Policía, para que le colaborara. Supo que a su padre le decían Conejo, que conducía un camión de un señor apodado Paisano, y que se la pasaba de viaje.
"Le pedí al subintendente que, si lo encontraba, no le contara para qué lo necesitaba, pues no quería dañar la tranquilidad del hogar que debía tener en ese momento. Solo deseaba conocerlo y saber quién y cómo era. Pasaron unos 45 días y el comandante salió a vacaciones, pero dejó al patrullero Jhoan Miguel Londoño Romero a cargo de lo mío", anotó.
Una noche recibió una llamada del subintendente Valencia Rubio, quien le contó que tenía a su lado al que tanto buscaban. Héctor Mario aceptó hablar con su hijo y se citaron en Manizales para el reencuentro.
Y así fue. Se vieron, hablaron y le contó que los estuvo buscando también por un tiempo. Le expresó que ya tenía otro hogar, pero que igual era su hijo y que si se lo permitía, trataría de recuperar el tiempo perdido. "Siempre soñé con hacerlo, pero por la inmadurez de la vida dejé a mi bebé", manifestó el padre.
La mamá, al enterarse de lo que hizo el uniformado, no se opuso a que viviera esta nueva etapa en su vida, pues consideró que si su hijo era feliz, ella también lo sería.
Cristian Camilo Arredondo Ramírez trabaja en Pasto. Lleva ocho años años, tres meses y 11 días en la Policía. Su familia vive en La Carola.
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