Nueve años por tocar a niña, pasajera de campero, en Salamina

LA PATRIA | MANIZALES

Ramiro Pérez Pérez se aprovechó de que una menor, de 11 años, se quedó dormida en el transporte público, pasa abusar de ella. Ese 6 de mayo de 2016, ambos viajaban en un yip que cubría la ruta San Félix-Salamina. La adolescente iba con la mamá, le pudo el cansancio y se recostó.

El sujeto, que iba al lado de la menor, aprovechó la situación y la tocó en diferentes partes. La menor notó la situación, le contó a su madre, que se indignó y al terminar el trayecto corrió a denunciar lo sucedido.

De inmediato capturaron a Pérez Pérez y lo llevaron ante el Juzgado Primero Promiscuo Municipal de Salamina, donde le imputaron actos sexuales abusivos con menor de 14 años. No aceptó y quedó libre. En agosto de 2017, luego de surtido el juicio, lo declararon culpable.

El juez consideró que la afectada ofreció un testimonio creíble por la contundencia del relato. Además, el hermano de la menor fue testigo de lo acontecido. Incluso, otro pasajero evidenció la reacción de la menor tras lo ocurrido.

Relato real

"En el juicio la víctima no tuvo contradicciones ni ante su mamá, ni ante el médico legista o la psicóloga del ICBF. La historia de abuso fue relatada de coherentemente. No conocía al acusado como para decir que lo comprometió de semejante manera por rabia", indicó el Juzgado. La pena es de 9 años de cárcel.

El defensor de Pérez Pérez apeló ante el Tribunal Superior de Manizales por considerar que había incongruencias de tiempo y que la familia afectada conocía desde hace tiempo a su cliente. "El médico legista dijo que no había evidencias de manipulación sexual. Es una indebida valoración de la prueba", argumentó el abogado.

Pero el Tribunal manifestó que la menor edificó una narrativa elocuente, sin titubear, segura, con manifestaciones categóricas, natural y espontánea. La afectada explicó que en el primer acercamiento lo corrió con el codo, pero el sujeto la tocó en tres ocasiones. En última, cuando la adolescente se molestó, el sentenciado se hizo el dormido.

"El deseo sexual es pulsátil, visceral y puede conducir a asumir riesgos, como el que optó por correr Ramiro, confiado en que la ubicación de la menor y su estado de somnolencia le habrían permitido satisfacer su lascivia a partir de un contacto vedado que, para fortuna de la justicia, fue exteriorizado por la chiquilla", concluyó el Tribunal, al ratificar la sentencia.