LA PATRIA | MANIZALES
Cuando el caldense Teodulio Arango Montoya regresó de un viaje a Panamá, sus hijos se sentaron en la terraza de la casa a mirar al cielo. "Ahí llegó papá, ahí llegó papá", repitieron al ver aterrizar un avión.
Desde hace tres meses esta escena se repite casi que a diario, pero con el desenlace de que no volvieron a ver a su padre. "Nooo, papá no se bajó de ese avión. Ya no nos quiere".
Este relato le arranca lágrimas a Teodulio, nacido en Victoria, a quien conocen con el remoquete de Teo. La Fiscalía lo capturó el pasado 28 de mayo durante una intervención en la Calle del Bronx, en Bogotá, sindicado de llevar al menos nueve años en ese lugar, ser de los cabecillas de la venta de estupefacientes y hombre de confianza de alias Gancho Mosco, jefe del Bronx, calle que estuvo al menos 13 años en manos de los criminales.
Hoy su situación jurídica es confusa. En diálogo con LA PATRIA desde la cárcel La Modelo (Bogotá), explicó que el abogado le expresó el miércoles que ya no lo acusan de ser un jefe del Bronx, pero que debe afrontar cargos por portar armas y una granada el día de la detención.
"Me dice que acepte para que me vaya mejor, por ahí seis o siete años. Que es la palabra mía contra la de 20 investigadores. Jamás en mi vida he cogido un arma. Me cargaron. No puede aceptar lo que no hice", aseguró.
"Han sido días largos. Nunca pensé conocer una cárcel. Desde que me llevaron a la Sijín me recomendaron unos patios, pero al arribar a la prisión me mandaron para el seis. Pregunté, ¿por qué? 'Usted es peligroso, muy malo, un terrorista', me respondieron. Y le temo a los ratones", recordó sobre su llegada.
Añadió que recogió de a $20 mil o $30 mil con amigos para comprar una celda, que eso allá es como un hotel, con colchón, pieza, cocina, televisor incluido, pero sin patio. Explicó que su único pecado fue tener un negocito de tragamonedas, con rockola y tienda dentro del Bronx.
"Me capturaron en mi casa, delante de mis hijos. Me dieron dos patadas en el estómago. Venía de trabajar en Armenia, sacaron de mi bolsa la ropa y me metieron una pistola y una granada. Nunca he peleado. Luego resulté ser es que un duro de esa calle. Me dolió que me hicieran eso delante de mis hijos".
El caldense confía en su inocencia. "Los que me conocen saben cómo soy. No tomo trago, no vendo vicio, he trabajado la cantina, pues eso da dinero. Estuve en el cartucho camellando, pero a lo bien. Uno piensa que por ser sano no va a caer en la cárcel. No se valora la libertad".
Añora ver a sus herederos de 2, 4, 12 y 9 años. Le duele el bullying que le han hecho a una hija y un hijo en el colegio por "la clase de papá que tiene". Ellos le mandaron cartas, lloraban y le contaban lo que les decían. Los más pequeños están traumatizados porque les tocó la captura. "Se pusieron unas cabuyas en las manos al verme esposado. Hasta los policías lloraron al ver a mis niños así".
La familia indicó que entre los amigos hacen rifas para poder pagarle el abogado. Teo trabajó en Manizales y Marquetalia.
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