LA PATRIA | MANIZALES
Un hombre en la cárcel y otro en el cementerio dejó una disputa que tardó ocho años, cuando de las burlas pasaron a las agresiones físicas, y luego a dos tiros con un arma de fuego, que acabaron con la vida de Fabián Andrés Arias Acosta, de 26 años, que trabajaba en una fábrica de arepas en el barrio Camilo Torres, de Manizales. Allí lo asesinaron el miércoles.
El homicida, identificado como Cristian Quintero, de 28 años, y conocido con el alias de Cara Cortada o Pipiolo, aceptó los cargos que le imputaron en la audiencia preliminar por homicidio simple y porte ilegal de armas de fuego. Lo recluyeron en la Cárcel La Blanca como medida preventiva, hasta que un juez de conocimiento dicte la pena definitiva que tendrá que pagar.
El sujeto, que se entregó voluntariamente momentos después de cometer el crimen, y que hasta ayer permaneció libre, enfrentaría una sentencia de nueve años y seis meses, pues obtuvo una rebaja de pena.
Por un disfraz
Según las investigaciones, el pleito entre estos dos hombres, vecinos en el barrio Camilo Torres, empezó cuando Fabián, teniendo 17 años, se disfrazó de gay, lo que generó la burla de Pipiolo y sus amigos. Ante la insoportable situación, él decidió agredir con un machete al asesino. De ahí uno de sus apodos.
Durante los años siguientes, ambos se atacaron verbalmente, pero cada vez eran más pesados en sus insultos. El sábado, la víctima estaba de fiesta con unos familiares, ellos aseguran que el victimario pasó cerca de él y le dijo que lo iba a buscar para matarlo.
Por su lado, Cristian explicó ayer en la audiencia que, ese mismo día, Fabián le dijo que a la próxima que lo viera no le rajaría de nuevo la cara, sino que lo mataría, que incluso siempre que se cruzaban en el camino, el occiso se le burlaba por la cicatriz que tenía.
Lo mató en el trabajo
Luego de la aparente sentencia que se lanzaron ambos, el confeso asesino compró en la galería de Manizales un arma de fuego hechiza, con capacidad para dos disparos, y la guardó en su casa. El miércoles llegó el fatal desenlace.
En la mañana, según contó Cara Cortada, cuando iba a comprar algunas cosas a la tienda, pasó Fabián en su moto y le señaló la cara en forma de burla. En respuesta, el hombre corrió a su casa, sacó la pistola y fue hasta la fábrica de arepas en donde trabajaba su víctima.
Una vez allí, el sujeto encañonó a dos hombres que estaban en su interior para que se apartaran, siguió hasta el fondo del lugar en donde estaba Arias Acosta y luego de cruzar algunas palabras desenfundó su arma, le propinó dos disparos y salió corriendo.
Al joven malherido lo trasladaron hasta el Hospital de Caldas, pero no aguantó las heridas que le propinaron en el pecho y murió antes de llegar a la clínica.
El dolor de la familia
Pipiolo llegó voluntariamente a la audiencia, lo que generó la rabia y los reclamos de la hermana y la esposa del occiso, que tuvieron que ser reprendidas por la Fiscal, pues el hombre llegó dispuesto a enfrentar el proceso en su contra. Una de ellas intentó escupirlo. Una vez dentro de la sala, las mujeres no pararon de llorar.
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