LA PATRIA | NEIRA
Hace siete años, cuando las niñas Estefanía, Salomé y Valentina no estaban ni siquiera en la mente de sus madres, su familiares les advirtieron a las autoridades que un alud de tierra podría amenazar su casa en el sector de La Cuchilla, en Neira.
Hace dos meses, el 16 de noviembre, le reiteraron a la Alcaldía Municipal que el problema seguía. Y ayer, a las 2:30 de la madrugada, la tierra no aguantó más. Un derrumbe cayó sobre una habitación de esta vivienda y acabó con la vida de esos tres angelitos: las mellizas Salomé y Valentina López Castañeda, de 4 años; y Estefanía Sierra Castañeda, de cinco. Jorge Eliécer López Castañeda, de seis, sobrevivió y se encuentra estable en el hospital de Neira.
Édison Cardona, propietario de la vivienda en la que murieron las tres menores, indicó que enviaron derechos de petición a Corpocaldas hace siete años para pedirle intervenir el talud, ubicado detrás de su casa.
"Nos los devolvieron y dijeron que se los enviáramos a la Alcaldía. El mandatario de esa época jamás contestó. El año pasado, mi mamá mandó otra misiva, quedaron de ir, pero no lo hicieron", expresó Édison, quien ayer se desplazó desde Bogotá, donde vive, hacia Neira, para ponerse al frente de la situación. Aseguró que no tenía a la mano los documentos de esas quejas.
El alcalde, Marino Murillo, recorrió ayer la zona de la tragedia y otros puntos inestables que deja el invierno en su población. Reconoció que el pasado 16 de noviembre recibieron una solicitud de la familia para visitar el sitio.
"La geóloga acudió, pasó el informe e indicó que era un riesgo mitigable, pero no de intervención inmediata. Adelantamos los trámites con Corpocaldas para intervenir el talud. Era difícil porque ya estaba terminando el año. Creemos que es un tema ocasionado por la ola invernal: son cuatro meses cayendo agua". Murillo quedó de enviar copia del informe de la visita, pero hasta el cierre de esta edición no lo hizo. Aseguró que tocaba buscar a la profesional para pedirle el documento, pues no tiene contrato. En la tarde, cuando estaba en su oficina, manifestó que la mandaría a buscar y devolvería la llamada, pero no lo hizo.
Añadió que cubrirán las necesidades de esta familia, pues ni seguro posee. Le ayudan con atención sicológica y asumirán el costo de las honras fúnebres. Con Corpocaldas, manifestó, analizan cómo atender ese talud, si es posible, o trasladar a sus ocupantes hacia otros sitios.
Édison recordó que en la casa de la tragedia, una herencia de la abuela, vive su familia hace unos 40 años. "Las niñas estaban en guardería y en jardín. Allá habitan nueve personas. Todo ocurrió en la madrugada y cuando se dieron cuenta del estruendo corrieron a la pieza de los menores, pero solo lograron sacar al niño".
Entre la noche del martes y la madrugada de ayer no paró de llover. Los Bomberos, desde muy temprano, prendieron las alarmas. El comandante, Marcos Castañeda, preparó a su personal para atender cualquier novedad. Y así les tocó. A las 2:30 de la mañana sonaron las sirenas para anunciarle al pueblo que algo grave ocurría.
En la casa de esa familia, situada en la calle 13, el derrumbe no fue de gran proporción, pero se desplomó sobre la habitación que compartían los niños. Jorge Eliécer resultó ileso porque dormía a los pies de sus hermanas y de su prima.
Los gritos de las madres de los pequeños al sentir el estruendo despertaron a los vecinos, quienes acudieron a la casa para ayudar en el rescate, mientras llegaban los bomberos. Los cuerpos los trasladaron al hospital San José.
Johanna Castañeda, madre de Estefanía, indicó que la niña ingresaba a estudiar al grado primero. Vanesa, madre de las mellizas, estaba inconsolable y rememoró que las tenía en la guardería. Les gustaba ir al parque de Neira y comer helado.
En la familia recordarán a Estefanía, Salomé y Valentina porque siempre dibujaban una sonrisa en sus pequeños rostros. Incluso, era de las cosas que más anhelaba Édison cuando iba a Neira, pues las menores lo recibían con alegría, picos y abrazos.
La sicóloga Fanny Bernal habló de cómo afrontar este tipo de duelos colectivos. Lo primero, atención sicológica inmediata, pues se trata de algo inesperado, para lo que esta familia no estaba preparada.
"La gente tiene la creencia dañina de que no hay que hablar del hecho. Sí hay que hacerlo, acompañar a las víctimas y escucharlas. Dejarlas llorar, porque de lo contrario se encerrarán en su propio dolor".
Añadió que es importante que los familiares no sigan viviendo en el mismo sitio y que busquen apoyo de vecinos o familiares que los acojan mientras se adaptan a esta nueva realidad.
"Es vital que la atención la brinden sicólogos que sepan de duelo y que sea algo de seis u ocho meses, no de semanas.
Es muy posible que no coman ni duerman bien. Si después de 15 o 20 días eso sigue así, necesitan apoyo inmediato de profesionales especializados. Los niveles de estrés y ansiedad se disparan, lo que hace que el sistema inmunológico se vaya, por lo que quedan expuestos a enfermedades".
El 12 de octubre del año pasado ocurrió la muerte más reciente por deslizamiento en Caldas. Wilfredy García Bedoya fue la única víctima del invierno en el departamento en el 2016. Viajaba en moto entre La Felisa (La Merced) y Filadelfia. Un árbol le cayó encima cuando cruzaba por el sector conocido como Maiba.
En diciembre del 2013, Aurora Quintero y Gerardo Aguirre quedaron atrapados bajo las ruinas de su casa en la vereda Pueblo Rico, de Neira. La vivienda se derrumbó, mientras dormían, luego de un aguacero. Sobrevivieron.
Neira. Otra vivienda debió ser evacuada ayer por las autoridades. Se trata de la casa de la familia González Alzate, conformada por nueve personas, ubicada en el sector de La Castellana.
A las 3:00 de la mañana sintieron un ruido y al salir vieron un deslizamiento de tierra en la parte trasera. Las bases de la casa quedaron en el aire.
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