El error de José Armando Toro López, de 25 años, fue ser responsable. Esa madrugada del 29 de mayo del 2016, en su casa del barrio Sinaí, disfrutaba sanamente, pero consciente de que tenía que trabajar ese día. Terminó muerto con arma blanca.
Las investigaciones determinaron que Toro López les permitió a unos jóvenes tomar en su vivienda. Sin embargo, ya de amanecida, les pidió que se fueran porque tenía que trabajar. Los invitados, en medio del consumo de alcohol, le escondieron el control del equipo musical y le respondieron que se iban, pero se llevaban el sonido.
La discusión siguió en la calle y ahí fue donde uno de los contertulios lo mató. Amigos indicaron que eran un gran consejero, que soñaba con conseguir sus propias cosas.
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