LA PATRIA | MANIZALES
Alirio Ramírez Granada, de 66 años, no tuvo ningún reparo en disparar su escopeta y asesinar, con frialdad, a su compañera permanente, Elizabeth Ramírez Ramírez, de 41 años. El caso ocurrió el 22 de abril del 2013 en la finca Los Alpes, vereda El Yarumo, de La Merced.
Por este hecho, Alirio pagará una condena de 34 años de prisión, sentencia confirmada en segunda instancia por el Tribunal Superior de Manizales. A las 10:00 de la mañana ocurrieron los hechos y el hoy sentenciado no tenía permiso para portar el arma de fuego.
Lo capturaron el 3 de abril del 2014, pero no aceptó los cargos. Lo mandaron para la cárcel de Salamina. En noviembre del año pasado le dictaron sentido de fallo condenatorio.
La pareja tuvo problemas días antes del homicidio. Incluso, la noche previa al hecho, peleó. La víctima quería terminar la relación. Incluso, le dijo que se iba para Cali, decisión que perturbó al homicida, hasta el punto de amenazarla, se dijo durante el juicio.
"A Alirio le incomodada que la relación se malograra, pues al irse Elizabeth para Cali la relación sentimental podía llegar a su fin", se expresó.
Una hija de la fallecida, al regresar del colegio, le contó a su vecina que la mamá estaba encerrada, que no podían ingresar a la casa porque las puertas tenían candados y que parecía estar desmayada. Con un martillo rompieron un candado, la tocaron y se enteraron que estaba muerta, con una gran cantidad de ropa encima.
El procesado aseguró que se trató de un accidente. "Arreglaba el arma de fuego en la cocina, pues tenía un tornillo zafado, cuando el dedo se deslizó. Accioné el gatillo, con tal mala fortuna, que la impactó".
Sin embargo, un análisis determinó que para accionar este tipo de artefacto es necesario que esté cargado, llevar el martillo hacia atrás y ejercer presión sobre el disparador para que se libere la carga.
La defensa del sentenciado explicó que la mujer batía chocolate en el momento de los hechos, es decir, estaba en un plano horizontal. Pero el protocolo de necropsia mostró que se disparó de arriba hacia abajo. Adicional a eso, Alirio no auxilió a la compañera, salió de la vivienda y cerró las puertas con tres candados.
"Qué mejor oportunidad para perpetrar su crimen que una hora de la mañana en la que los descendientes de la occisa no se encontraban en el hogar y en la que los vecinos trabajaban lejos de su casa, en actividades del agro. Qué mejor momento de perpetrar el crimen que aprovecharse de la posición de su víctima: de espaldas, ocupada en menesteres de la cocina y en un plano bastante inferior al suyo, para luego intentar hacer ver dicha situación como un accidente", señaló el fallo.
El sentenciado entregó respuestas opuestas a sus declaraciones iniciales.
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