LA PATRIA | MANIZALES
"Es duro llegar a casa y no encontrar a mi niña. Más saber que no la voy a volver a ver. Ella era todo para mí", manifestó Verónica López, madre de Alison Otálvaro, la menor, de cinco años, que murió ahogada con granos de frijol, el lunes, en Aranzazu,
Verónica recordó que estaba trabajando donde su patrona, en el barrio Los Ocampos, y su hija subió con unos frijolitos, con los que jugaba en un patio.
"Alison entró corriendo a la cocina, abrió la boca, sacó la lengua, me mostraba y yo no sabía qué hacer. La alzaba, se la entregué a Juan Diego, el hijo de la jefe, y me respondió que había que llevarla al hospital. Grité en la calle: Mi hija se está muriendo. Llegamos y no había qué hacer. El médico me explicó que arribó muerta y que además, como estaba llena, los líquidos se le fueron a los pulmones", relató la mujer, que tiene otras dos niñas de tres y 10 años.
Recordó a su hija por los buenos momentos: cuando jugaban, cuando ella le agradecía por darle algo, por pequeño que fuera; cuando le decía gracias por ser tan buena madre.
"No entiendo cómo se fue en solo segundos, por un maldito frijol. No pude hacer nada por ella, tengo mucho remordimiento. Nunca olvidaré esto y no sé si podré seguir adelante", repitió la triste madre.
Los psicólogos coinciden en que la relación padres-hijos es la que más apego genera, porque ellos siempre estarán de primeros entre sus prioridades. Por eso el duelo es el más duro de comprender, especialmente cuando la muerte es intempestiva.
La psicóloga Patricia Carvajal de Recio, de la Clínica del Duelo de Cali, señaló en una nota con el diario El País, que la muerte de un hijo es diferente porque rompe el ciclo vital natural, pues se espera que ellos entierren a los padres y no al revés.
"La sensación real para un padre, cuando un hijo muere, es de si les hubieran abierto una herida y arrancado un pedazo de sí mismo".
En cuanto al duelo, recomienda llorar todo lo que sea necesario. También hay que saber que a ese niño nadie lo va a remplazar, ni siquiera teniendo otro hijo. "Hay que aprender a vivir con el vacío y creer que ese hijo va a estar vivo mientras lo lleven en su corazón. Morir no lo decide Dios, es parte de un plan de vida".
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