LA PATRIA | MANIZALES
Los reclusos de las prisiones no cesan sus fechorías. Desde allí utilizan diferentes estrategias para robarles a las personas. En todas infunden terror y hacen creer que están vigilados por los delincuentes, para que les paguen sin avisar a las autoridades.
También usan mensajes de textos para que les consignen por un supuesto trasteo de un familiar. Le aseguran que la carga lleva millones escondidos. En otros casos les hacen creer que ganaron un fabuloso premio que rifó un canal de televisión. Regla básica: ¡de eso tan bueno, no dan tanto!
Sepa cómo operan y no entregue datos personales por ningún medio, no consigne dineros, ni haga recargas, es lo que recomienda el nuevo comandante del Gaula de la Policía de Caldas, capitán Óscar Mejía.
Carmen fue víctima de una llamada en la que un supuesto patrullero de la Policía le decía que su primo, Daniel, había sido detenido porque le encontraron un arma de fuego en la guantera del carro. Para no conducirlo a la prisión debía consignar un millón de pesos en una cuenta. Pero el show estaba tan bien montado que, incluso, un extorsionista se hizo pasar por Daniel y le decía, desesperado y llorando: “prima, consígase el millón de pesos para que me suelten, pero no le vaya a decir a mi tío, ni a Pablo”.
En ese momento Carmen* ya estaba tan nerviosa, que aunque la voz no era la de su primo, se creyó todo el cuento y terminó consignando el dinero. Lo que ignoraba era que las llamadas eran hechas por reclusos de la cárcel La Blanca, de Manizales, o desde Picaleña (Ibagué). Recientemente, en Salamina, se reportaron algunos casos.
Por otro lado, Pablo, a quien el extorsionista mencionó, era el hermano de la víctima, lo que conduce a una pregunta obvia: ¿cómo consiguen los delincuentes datos tan personales?
El Gaula indicó que una de las formas en la que los presos acceden a los datos personales de sus víctimas es a través de las redes sociales. Hay personas que dan demasiada información familiar, sentimental, laboral, de todo tipo en Facebook, en Twitter, “ellos tienen sujetos que manejan bien esas redes y les llevan la información que sacan de ahí”.
Otra manera es que los reclusos llaman a alcaldías, hospitales, juntas comunales y agremiaciones sociales haciéndose pasar por funcionarios del Sena, de la DIAN o del ICBF. Les dicen que van a donar recursos y que para eso necesitan las bases de datos de determinado grupo social: maestros, personal de la salud, religiosos, etc. Es más, mandan oficios pidiendo esa información a nombre de entidades reconocidas, con su logo, como si fuera real. Por eso, no es raro que en el transcurso de una semana varios docentes, médicos y funcionarios de un mismo sector reciban llamadas extorsivas. La recomendación es: no entregue información sin antes confirmar la identidad de quien llama.
“Usted tiene el gusto de hablar con Camilo Valencia de aquí, de La Dorada, soy el máximo jefe de la zona, del grupo paramilitar denominado ‘Los Rastrojos’, patrón. Yo creo que usted ha escuchado hablar de nosotros, de esta organización, ¿cierto?”.
La anterior es un fragmento de una extorsión telefónica hecha a un comerciante del Oriente de Caldas. Quien habla es un preso de una cárcel cualquiera, y hace creer a su víctima que pertenece a un temido grupo paramilitar de la zona.
Durante toda la conversación el supuesto jefe paraco intimida al comerciante, juega con su psicología para obligarlo a consignar una alta suma de dinero en una cuenta bancaria: “nosotros le decimos a los habitantes ¡colaboran o se mueren, patrón! Esa es la forma de nosotros operar. Lo que estamos solicitando, bajo la ley 220, es un aporte único, obligatorio y económico, patrón, de $5 millones”. Ese mismo temor psicológico es usado en las otras modalidades de llamadas telefónicas extorsivas desde las prisiones. En cualquiera de ellas le pueden decir a la víctima que si no paga se muere, que les matan a sus familiares.
La perfección de estos extorsionistas está llegando a tal punto, que no solo contratan gente afuera de la cárcel para que reciba los dineros, sino que también los utilizan para que metan cartas amenazantes bajo las puertas de sus víctimas, para que hagan presencia por los lugares que ellos frecuentan, con eso les incrementan el miedo y los llevan a pagar.
“No es que sean organizaciones peligrosas sino que son estrategias que manejan para intimidar a las personas. Ellos no se van a poner a perseguir a quienes amenazan telefónicamente, aunque te lo hacen creer, pero sí hacen muchas llamadas buscando incautos que les coman cuento. Si ven que usted tiene intención de consignar, lo siguen llamando, intimidando, pero si no, dejan de molestar”, cuenta un mayor del Gaula.
En medio de las intimidaciones que se realizan bajo esta modalidad, el dinero que piden se lo debe entregar a un supuesto miembro de la Fuerza Pública a cambio de municiones. Pero eso lo dicen para deslegitimar a las autoridades, para que la víctima tenga miedo de denunciar, porque va a pensar que si lo hace ante la Policía o el Ejército, lo van a delatar con sus victimarios y entonces no tiene salida. Pero todo eso es un montaje, la única verdad que existe al respecto es que la denuncia le facilita a los cuerpos de investigación la captura de los extorsionistas.
Alicia* fue víctima de una llamada en la que le decían que se había ganado un supuesto premio de 10 millones de pesos; por ser una cliente fiel de la empresa de telefonía móvil Claro. Pero en otros casos, muy similares, también le pueden expresar que es la feliz ganadora de ese dinero por ser una televidente fiel de Caracol o Rcn Televisión. Los extorsionistas, que siempre se expresan de manera muy educada, culta y amigable, le dicen a la persona que para poder recibir lo que se ganó debe consignar unos impuestos por regalías en cierta cuenta bancaria. La persona paga, pero no le aparece el supuesto premio. En otros casos, le aseguran que para recibirlo debe recargar unos celulares y decirle al dueño del negocio que estas recargas son para los empleados de la empresa del padre de la víctima, pero la realidad es que le está dando minutos a los móviles de muchos reclusos. Alicia* alcanzó a pagar más de $400 mil en recargas. Fue estafada.
Otra modalidad de extorsión es cuando crean falsos perfiles en redes sociales. Normalmente aparecen fotos de hermosas damas o varones. Las víctimas, por lo general, son niños y adolescentes. A ellos los van seduciendo para tener relaciones amorosas y cuando ya llevan cierta confianza, le piden a la víctima que les envíe una foto en la que aparezca desnuda. Luego, empiezan a llamarlo o a enviarle mensajes intimidantes en los que le dicen que si no paga X cantidad de dinero, le publican esa imagen íntima en redes sociales. Por eso, es tan necesaria la vigilancia de los padres cuando se utilizan esas redes sociales y sobre todo, enseñarles a los pequeños a que no acepten invitaciones de personas desconocidas, asegura un experto en inteligencia militar. Esta es otra modalidad de extorsión que no se hace desde las cárceles, pero con la cual los padres deben tomar medidas preventivas.
Los extorsionistas siempre acosan a su víctima para que pague rápido, el motivo es simple: ellos buscan que la persona no tenga tiempo ni de localizar al supuesto familiar detenido, ni de denunciar ante las autoridades. Ante eso, el experto recomienda que antes de consignar dinero, en medio de los nervios que la situación le pueda causar, trate de encontrar al familiar por todos los medios posibles: celular, redes sociales, correo electrónico, teléfono fijo, ya que los tipos son tan astutos que antes de hacer la extorsión llaman al supuesto familiar detenido y, haciéndose pasar por funcionarios de una empresa de telefonía móvil, le dicen que debido a unos arreglos debe apagar el celular por una hora mientras se organizan unas supuestas fallas en la señal. Con ello, el plan es redondo, porque cuando la víctima intenta llamar al móvil de su familiar para comprobar la verdad de la supuesta detención, este tiene el celular apagado, entonces cree que es verdad el cuento que le están montando.
Los extorsionistas son metódicos y tienen cada detalle fríamente calculado. “Un delincuente de estos que no tiene nada que hacer, tranquilamente puede hacer 50 llamadas y si de esas, logra que le consignen cinco es mucho lo que puede robar”, reveló una fuente del Gaula.
No olvide que quien lo llama a intimidarlo está en la cárcel, es un experto en jugar con su miedo. No le dé temor denunciar y atienda las recomendaciones de las autoridades, para que no sea usted el próximo.
1-Identifique el número, escriba o grabe si es posible.
2. Intente reconocer el sexo y la edad aproximada del extorsionista.
3. Limítese a contestar lo necesario y evite entregar información personal.
4. Al colgar escriba fecha, hora y duración de la llamada.
5. No genere pánico, ni propicie rumores.
6. Afirme que no puede resolver la situación en el momento y no mencione a otras personas o entidades.
7. Informe a las autoridades y anote el nombre de la persona a quien le reportó el incidente.
8. Conserva la calma. La desesperación hace ver cosas donde no las hay.
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