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Por actuar como cómplice en la muerte de Jhon Jairo Montoya Impatá, de 21 años, el 8 de agosto del 2016, en Anserma, Fabián Darío Villada López, alias Pinki, pagará 8 años y 9 meses de cárcel. El Juzgado Penal del Circuito de Riosucio lo condenó por homicidio simple y porte ilegal de armas. La sentencia se logró mediante preacuerdo.
Según lo expuesto en el proceso, ese día los policías fueron alertados sobre la presencia de un cuerpo, tendido en el piso, en los alrededores de la estación de servicio Transunión, barrio Pablo VI.
Allí estaba Montoya Impatá, con numerosos impactos de bala en su cara y cabeza. Murió en el lugar. A la investigación vincularon a dos personas: Juan Felipe Parra Silva, apodado el Tuerto o Mico; y Lleferson Mauricio Villa Moreno, conocido como Chinga. Admitieron su responsabilidad y, de paso, vincularon al hoy condenado.
Este último gestó la idea criminal y los proveyó de armas para matar a Montoya Impatá, quien según se dijo en el proceso, vendía estupefacientes en Anserma. Con esa excusa lo sacaron de la casa, lo llevaron a un paraje solitario y lo asesinaron.
A Pinki, de 23 años, lo agarró la Policía el pasado 9 de febrero. En audiencia le comunicaron cargos por homicidio agravado y porte ilegal de armas de fuego, pero no aceptó. En abril se radicó un preacuerdo, la defensa se retractó y luego se presentó otro, en mayo. El delito quedó en homicidio simple. Pasó de autor a cómplice y obtuvo una rebaja.
A la víctima le dispararon en nueve veces, con revólveres calibre 38. En declaraciones se expresó que el fallecido trabajaba para Pinki y se le quedó con parte del dinero producto de narco menudeo. Por eso mandó matarlo, antes de que él lo hiciera.
Chinga relató que con la captura de alias la Marrana le iban a entregar "la vuelta del polvo" a otra persona, en la carrera segunda. Se quedaron de encontrar con Jhon Jairo para cuadrar eso.
"Pinki se fue por la moto y los fierros, y me dijo que si le hacía el cruzado de llevarle 500 fichas de bazuco a Jhon Jairo. Ahí me enteré de que lo iban a matar. Me explicó que debía entregárselas, asesinarlo y quitárselas de nuevo. Y así ocurrió. Luego, en la huida, el Mico se resbaló y se le cayó el revólver. Piña, otro que participó, vio en la escapada a una señora que se asomó en un corredor de madera. Le iba a pegar un tiro, pero ya no tenía balas".
"Nos volamos por un cafetal hasta salir a una vereda que se llama Cuba. Quitaron las cocas de las balas y las volvieron a cargar. Piña llamó a Pinki y este le dijo que la vuelta en la bomba estaba muy caliente, que no fueran a salir. Pinki nos mandó un taxi a Caballo Rápido y nos fuimos para la casa de Piña. Este me propuso trabajar matando gente, pero no quise. Me respondió que dejara de ser pedorro y cagado".
Un familiar del fallecido aseguró que no volvió a saber nada del caso porque se fueron de pueblo, debido a que un día dejaron un papel en la puerta de la casa que decía: Se van o se mueren. Tenía una calavera y decía debajo: plazo de tres días.
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