LA PATRIA | MANIZALES
No es novedad que las autoridades cataloguen a Caldas como un modelo de seguridad para Colombia, pues las cifras demuestran la notable disminución de homicidios desde inicio de siglo.
La violencia se transformó. Antes, el accionar de los grupos armados ilegales llegó a dejar hasta casi mil 200 asesinatos en un año, pero en la actualidad la cifra disminuyó en una sexta parte. Sin embargo, hay cosas por mejorar teniendo en cuenta que el microtráfico y la intolerancia ponen la mayoría de muertos en el departamento.
El actual secretario de Gobierno de Caldas, Carlos Alberto Piedrahíta; el exalcalde de Riosucio, Abel David Jaramillo, y Mario Hernán López, PhD en paz, conflicto y democracia, proponen soluciones para que a Caldas lo vean como modelo de paz.
Falta tolerancia: Carlos Alberto Piedrahíta
"Lo que nos falta a los caldenses es una cultura de tolerancia, de evitar las riñas. La paz no se consigue solamente desde La Habana sino con los amigos. Tenemos que garantizar la seguridad ciudadana, el respeto por los otros, la no envidia, la dignidad humana y aprender de culturas avanzadas".
Piedrahíta explica que con el fin de posicionar a Caldas se han venido construyendo planes articulados con las alcaldías con mesas de trabajo y estrategias para culturizar a los caldenses.
Además de garantizar la seguridad, la Gobernación trabaja en el fortalecimiento de comisarías de familia y en los centros integrales de convivencia ciudadana, de modo que las secretarías de gobierno municipales se capaciten en la solución de conflictos.
Sobre los jóvenes, resaltó la importancia de garantizar que se diviertan enespacios lúdicos y hacerles frente a los temas de la rumba, el microtráfico,el consumo de drogas y de alcohol.
"Una tarea grande es la salud mental, tenemos que ver a los consumidores de alucinógenos como enfermos, no como delincuentes", añadió.
Tenemos que darnos una oportunidad: Mario Hernán López
Desde mediados de los 90, Caldas sufrió la presencia de paramilitares, especialmente en Magdalena Medio y Norte del departamento; y de la guerrilla en el oriente y occidente. Dejó 130 mil víctimas, especialmente en Samaná, que "tiene el triste honor de ser de los municipios con más víctimas en función de su cantidad de habitantes".
A partir del 2006, con la Seguridad Democrática y la mayor presencia de las fuerzas del Estado, empezaron a desaparecer las confrontaciones derivadas del conflicto armado,
Sin embargo, explica López, se hicieron visibles otras expresiones como la violencia urbana y la delincuencia ligada al expendio de estupefacientes.
"La gente expresa que hoy se vive una situación ligada a disputas por microtráfico y el proceso de expansión de las Bacrim ,que ojalá no toque las puertas de Caldas", añade.
El experto sostiene que para enfrentar este nuevo fenómeno, los caldenses deben pensar en la reconciliación y el perdón. Destaca que víctimas del conflicto como en el oriente de la región, en Riosucio y La Dorada están dispuestas a dar ese paso, y por eso los que vivieron la guerra desde la prensa o la televisión deben estar dispuestos a darse otra oportunidad.
Para Mario Hernán es fundamental también la activación económica en 23 municipios que no hacen parte de la zona centro (Manizales, Villamaría, Chinchiná y Palestina), en donde se necesitan políticas de desarrollo que les brinden oportunidades a todos. Esto se lograría con la calidad y cantidad de presencia estatal.
Añade que la eficacia de la justicia es necesaria para evitar violencias recientes como la justicia por mano propia, que refleja un fracaso en la construcción de la convivencia y la capacidad de solucionar conflictos de manera pacífica.
Un sistema judicial para la comunidad: Abel David Jaramillo
Riosucio vivió las inclemencias de la violencia por cuenta de guerrilla y paramilitares. Las comunidades indígenas que habitan el municipio se vieron afectadas por los grupos armados ilegales. Aunque los ataques han ido cesando, todavía esperan conocer la verdad.
Jaramillo, líder indígena y exalcalde de este municipio, sostiene que para que Caldas sea visto como modelo en seguridad falta un mejor acceso al sistema judicial, que garantice la justicia. Esto se logrará con mayor acompañamiento a las víctimas, con acceso a la verdad, a la justicia y a la reparación para que exista un proceso de reconciliación.
Añade que a la gente le falta mayor pedagogía en asumir responsabilidades en tolerancia y convivencia, pues no todo puede depender del Estado.
"Como ciudadanos debemos aprender que tenemos puntos de vista y filosofías diferentes. Nos hace mucha falta la cultura ciudadana".
Según Jaramillo, el conflicto cambió de denominación y ahora se habla de presencia de bandas criminales, lo que se asocia al microtráfico, extorsión, contrabando y otros delitos, pero resalta la disposición de la comunidad que se ha empoderado de los derechos humanos y ahora, con denuncias, hacen frente al ataque sistemático y exterminio a grupos étnicos.
"El Gobierno ha permitido la protección. Se lograron procesos de desmovilización con los que se lograron algunos avances frente al cese de hostilidades, pero no se ha determinado la reparación y la verdad. La comunidad tiene otra perspectiva de vida y hay posibilidades y esperanzas para que las cosas cambien", concluye.
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