LA PATRIA | MANIZALES
Pablo Emilio Marín Vinasco, de 52 años; Juan Pablo Marín Correa, de 18; y Diego Fernando Morales Escudero, de 21; pasarán dos años y ocho meses encerrados por tráfico de estupefacientes en la modalidad de conservación y venta. Así lo determinó el Juzgado Penal del Circuito de Riosucio, que los condenó la semana pasada.
Ellos hacían parte de una banda dedicada a la venta de droga en Marmato. Los distribuidores eran mototaxistas. Además, usaban como fachada para su negocio una compra-venta de oro, ubicada en el sector de San Pedro, y un local comercial dedicado al consumo de bebidas embriagantes, conocido como Casa Amarilla, en el corregimiento de San Juan. Este último, propiedad de Pablo Emilio. Ahí permanecían los otros dos condenados, con funciones diferentes.
Los resultados en este operativo se lograron gracias a que un agente se infiltró dentro de la organización para seguir de cerca sus pasos, recolectar evidencias, verificar la existencia de la empresa criminal e identificar a sus integrantes.
Así se lograron las órdenes de captura a través de un juez de control de garantías de Manizales.
Operativo
En el operativo, el 28 de junio, allanaron dos casas. A Pablo Emilio y Juan Pablo (padre e hijo) les encontraron 54 bolsas plásticas pequeñas con 18,5 gramos de bazuco, teléfonos celulares, dinero, tres barras de indugel, entre otras cosas.
En flagrancia detuvieron a dos personas que los acompañaban: alias Erma y Jhon. En la vivienda de Diego Fernando también agarraron a alias Morales y a María, con un arma de fuego, 30 barras de indugel, tres equipos celulares y un rollo de mecha lenta. Solo los tres condenados aceptaron cargos. Los demás enfrentan un proceso aparte.
La comunidad se había quejado por la venta de droga, no solo porque enviciaban a los jóvenes, sino porque se incremenaron el hurto y las lesiones personales. Señaló directamente a Don Pablo, Pablito y Diego, entre otros.
Una persona indicó que, por ejemplo, mientras tomaba cerveza en Cantina Amarilla se le arrimó Pablo a ofrecerle "químico del bueno", lo que él identificó como estupefaciente. Lo cobraba a $10 mil. El testigo vio que de una pieza entraba y salía Pablito y les entregaba estupefacientes a las personas que consumían licor en el establecimiento.
A otros clientes les ofrecían drogas tocándose la nariz, como señal de que la vendían.
La pena arranca desde los 64 meses, pero por la aceptación de cargos les quedó en 32. Los mandan para la cárcel, pese a lo bajo de la condena, porque así lo establece la ley para este tipo de delitos.
Diego Fernando pidió la domiciliaria para responder por sus abuelos paternos, de 84 y 74 años de edad, pero se estableció que hay otras personas más que pueden asumir esa obligación.
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