LA PATRIA | MANIZALES
"No se trata de que el homicidio quede impune. Pero sí de evitar condenar a una persona por esa muerte, cuando existen múltiples versiones que dan otros indicios". Así se pronunció ayer el Tribunal Superior de Manizales (TSM) al definir la situación jurídica de un exmilitar, sindicado por la Fiscalía de asesinar de un tiro en la frente, en la madrugada del 27 de junio de 2016, al conductor de motocarro Sergio Andrés Ladino Vinasco, de 33 años, en Riosucio.
No es que se haya comprobado la inocencia del acusado, sino que las dudas lo favorecen. Por ejemplo, las declaraciones de una testigo tienen incoherencias. Además, la actitud asumida por otra persona que departía en el momento de los hechos con Ladino Vinasco y con el exmilitar genera dudas.
Los hechos ocurrieron dentro de una vivienda en el Alto San Juan (Riosucio). En ella departían el fallecido, el acusado y otro hombre, propietario de la casa. En una habitación descansaba la esposa de este último, que finalmente se convirtió en testigo.
El Tribunal halló dos inconsistencias en su relato. Primero, que solo escuchó un disparo, cuando en realidad fueron dos personas heridas, pues el sindicado terminó lesionado con arma de fuego en la mano izquierda. Además, la actitud asumida luego del hecho, pues regresó a su habitación y se acostó de nuevo, según relató en juicio. Ella señaló al exmilitar como el hombre que tenía en su mano el arma de fuego, la cual le pertenecía.
Su esposo expresó que se lanzó sobre el victimario y lo desarmó. "Ningún testigo da claridad de lo que pasó", manifestó el Tribunal. Además, al sindicado lo hallaron adormecido, golpeado y herido.
Generó sospecha un audio entre el testigo y el fallecido, donde el primero expresó que el exmilitar era muy celoso con el arma y que no la prestaba.
Otro hecho anormal es que el dueño de la casa huyó con el arma, luego se devolvió y la puso sobre el sofá, al lado de la camisa y la gorra del muerto. Además, sobre la mesa del equipo de sonido estaban la vainilla percutida y otros proyectiles del arma de fuego, lo que daría a entender que la escena del crimen se habría modificado. Adicional a eso, el propietario de la vivienda mandó a quemar todo lo de la sala, siendo una persona de bajos recursos. "¿Se querían destruir rastros probatorios?", se preguntó el TSM.
La Sala reiteró que el hecho de que el arma fuese del exuniformado no lo hace culpable y cualquiera pudo accionarla. El fallecido recibió el impacto ubicando el cañón sobre su frente.
La defensa de la víctima expresó que el exmilitar se pudo lesionar cuando puso el arma sobre su mano para disparar, hipótesis que desvirtuó el Tribunal por poco probable.
La familia de Chechito, como conocían al fallecido, espera que el caso no quede impune. En su memoria sigue el recuerdo de su buen sentido del humor y servicial. Tenía dos hijos. Juan David Posada lo recordó como alguien muy alegre, que le gustaba tomar, hacer sonreír a la gente y que los defendía a todos, de todo. Chechito estudió en el Instituto Cultural.
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