Cuando nací, mi mamá, Edelmira, ya tenía una relación de amistad-hermandad con Margoth y Ligia. Siempre hicieron presencia en mi camino, hasta el último de sus días. Y estoy seguro de que nos seguirán acompañando a muchos. Ellas, desde su nueva existencia, más sutil, delicada y avanzada, estarán al lado de quienes las quisimos y queremos. Y están dentro de nosotros, hacen parte de lo que somos.
De cuando en cuando ciertos olores, sobre todo los de las comidas de fin de año, me evocan las vacaciones de principios de la década de los 70, cuando pasábamos Navidad y año nuevo en la finca Guadalajara de Jaime Salazar y Margoth Bernal. Era un “combo” grande: Jaime y Margoth, sus siete hijos, junto a mis papás Mario y Edelmira, y sus seis hijos. Temperadas de un mes entero. Muchas historias entrañables quedaron de esa armoniosa y alegre convivencia. Dos familias unidas por más de sesenta años. Jaime fue muy amable, buen conversador, elegante al caminar, y siempre con una actitud de tranquilidad ante la vida, digna de seguir. Margoth tenía un don único con sus manos, cualquier hoja o rama que sembrara se convertía en una hermosa mata o árbol. También cosía con gran habilidad y dedicación para muchos niños necesitados.
Recuerdo las invitaciones que Fabio Buitrago y Ligia López nos hacían a su finca en Dosquebradas, y los ricos sancochos de enero. Fabio fue un médico pediatra amable y generoso que nos atendía con gusto cuando se le requería. Ligia compartió con mi mamá el gusto por la música, era una gran pianista, que sumaba a su talento una disciplina ejemplar. Ligia al piano, Livia González de Ruiz como contralto y mi mamá como soprano, integraron un trío que interpretaba bellas canciones que iban desde la música clásica hasta la colombiana. También juntaron sus voces por muchos años en la Coral Santamaría.
Todos los miércoles, desde hace seis décadas, Ligia y Margoth compartieron el costurero de las amigas con Gloria, Teresa, Nancy, Amparo, Edelmira, Gloria, Bertha y Lucila. Las acompañó desde el inicio Ligia Giraldo hasta su partida, también estuvo Dora. En este tiempo pasaron de recién casadas a bisabuelas. Un ejemplo de amistad inquebrantable y de una vida bien vivida. Las dos Ligias, Dora y Margoth las seguirán acompañando de espíritu en su costura y sus algos.
Ramiro, María Eugenia, Miguel, Germán, Isabel, Luis Guillermo y Álvaro Salazar Bernal tienen la satisfacción de haber tenido como papás a Jaime y Margoth.
Juan Carlos, Alicia Elena, Lina, Andrés, Gloria Ligia y Clarita comparten este sentimiento por haber contado con Fabio y Ligia.
Ricardo Correa Robledo
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