Manizales está de luto. El fallecimiento de Beatriz Eugenia Arango de Estrada, 'La Nena', entristece a la sociedad que pierde el bastión en el que se soportaban innumerables obras cívicas y sociales. Mujer sencilla y sensible. Su vida la dedicó en silencio y con humildad al servicio. Incansable trabajadora que se destacó por hacer lo que los demás evitaban. Con orden y disciplina cumplía con cada obra que se comprometía. No escatimó esfuerzos para alcanzar el bienestar de otros, sus sonrisas eran su recompensa. Hecha una tarea, continuaba con otra sin esperar halagos, ni reconocimientos.
La Nena tenía el don de congregar. Heredera de un espíritu jovial y familiar, tenía en los suyos el sostén para realizar lo que se proponía. Cariñosa y sin meloserías, demostraba su afecto con sinceridad.
Durante 46 años estuvo vinculada al Club de Jardinería de Manizales. Su capacidad ejecutoria, su buen gusto y su sensibilidad por la estética la llevaron a liderar duras faenas entorno a la exhibición de los diseños florales y el desarrollo de la asociación, en la que se destacó por su compromiso y colaboración, tratando siempre de pasar desapercibida.
Estuvo por muchos años al frente del voluntariado del Batallón Ayacucho trabajando para mejorar las condiciones de los jóvenes soldados que pasaban por la guarnición. Por años fue la anfitriona que le daba la bienvenida a los comandantes y a sus familias que llegaba a la ciudad. A su gestión para conseguir recursos económicos, se le debe la remodelación de obras como el Parque del Soldado, la enfermería, la biblioteca, el comedor y la batería de baños, el auditorio y la escuelita. Su trabajo era un importante apoyo para la comandancia que tenía otras ocupaciones primordiales. Y ni hablar de sus visitas a los soldados del Gualí, a quienes les llevaba viandas y cobijas, les daba animo y les agradecía su esfuerzo por mantener la seguridad del país.
No en vano recibió el título de Generala como reconocimiento de las Fuerzas Armadas, en ceremonia que se realizó en días pasados en Armenia. Exaltación que recibió con timidez y humildad por no sentirse merecedora de él.
Su trabajo por las obras sociales de la ciudad no tenía límite, siempre estaba donde la necesitaran, cuanta rifa, banquete o evento benéfico que había ella se encargaba de colaborar y ayudar a vender talonarios de boletas.
No conoció el egoísmo, su generosidad la hizo una de las mejores anfitrionas. Con los brazos abiertos recibió a forasteros a quienes hizo sentir como manizaleños y les enseñó a querer la ciudad de su alma.
Esta mujer, de mirada dulce y transparente carcajada, contagiaba optimismo y sabiduría. Para ella no había obstáculos, los problemas los simplificaba, y hacía de pequeñas causas grandes gestas para el bienestar de otros. La recordamos visitando autoridades, empresas y medios de comunicación en busca de apoyo para alguna justa causa. No conoció la pereza, hasta la vimos recogiendo llaves, pelando cobre y buscando apoyo para el que se convirtiera en el símbolo de la región: el Monumento a los Colonizadores.
Amó a los niños, motivo por el que aceptó en una ocasión la Secretaría de Educación con el fin de sacar adelante a la niñez y la juventud, y asegurarles un futuro con calidad.
Como la mujer del evangelio, nos deja un legado de respeto y adoración a Dios, a su familia y a su prójimo. Practicó la tolerancia y la comprensión. Con facilidad encontraba una justificación para todo. Ella llega a la presencia del Señor con las manos llenas para recibir su misericordia. El cielo está de fiesta, con la seguridad que Beatriz Eugenia será ante el altísimo la mejor embajadora para nuestras angustias y tristezas.
La partida de La Nena deja un profundo vacío, un espacio que llenarán con infinitos y gratos recuerdos su esposo, Hernán Estrada Chavarriaga, sus hijos Gabriel Felipe y Lina, y Santiago y Paula; sus nietos, la adoración de su vida: Paulina, Juliana, Felipe, Simón y Mateo. También para sus hermanos Guillermo y Carmenza, Rafael y Piedad, Ximena, Pablo y Marcela, y Martha Elena. Ellos pierden a la esposa, la madre, la abuela y hermana, y los caldenses perdemos a la amiga irreemplazable, el ejemplo de civismo y generosidad de quien lo dio todo por los demás. Una huella imborrable de liderazgo y calidad humana.
Para su familia, los militares y sus amigos, un fuerte abrazo, y la eterna gratitud para quien nos deja la herencia de "Haz el bien sin mirar a quien".
Olga Rivas de Echeverri
Foto | Archivo | LA PATRIA