A los 74 años de edad en las horas del mediodía del martes 29 de septiembre, falleció en la clínica del Country de la capital, el escritor y pintor manizaleño José Chalarca, trabajador disciplinado, imaginativo creador y constante lector, fue reconocido cuentista premiado, en este género publicó “Color de Hormiga” (1973), “Contador de cuentos” (1980), “Las muertes de Caín” (1993) y Trilogio (2001), más la lección de ternura que nos dio en el “Diario de una infancia” (1984), o la exitosa “Aventuras ilustradas del café” (1989). De sus múltiples lecturas, hizo varias interpretaciones sobre los autores que sintió más próximos.
Ellas se reflejaron en sus libros de ensayos “El oficio de preguntar” (1983), “Marguerite Yourcenar o la profundidad” del que publicó dos versiones, en 1987 la primera y más tarde una ampliada, “La escritura como pasión” (1993) y su última selección, “El Biblionavegante” (2013).
Convertido en un verdadero cafetólogo, por su vinculación a la Federación Nacional de Cafeteros como jefe de publicaciones y en virtud de su rigor investigativo, escribió varios trabajos sobre el café y sobre los líderes cafeteros, de los que entre una decena vale destacar “El Café, cultivo e industria” (1976), “Don Leo” (1991), “Vida y hechos del café en Colombia” (1998) y “Don Pedro, el liderazgo cafetero desde la provincia” (2007).
José Chalarca fue también un artista, no solo por su sensibilidad y conocimiento musicales sino porque a la pintura le dedicó muchas horas en las que plasmó excelentes cuadros expresionistas, los que en buena parte pudieron ser apreciados en exposiciones individuales y colectivas y de cuya serie bien valdría la pena hacer una retrospectiva.
Pero más que su talento, su dedicación paciente a la construcción de una obra, o las características de su bien dotada inteligencia, es la personalidad de José Chalarca la que se impuso de forma rotunda entre las personas que estuvieron en el círculo de su amistad, o fueron discípulos suyos cuando ejerció la pedagogía, o compartieron estudios en el instituto Universitario y en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Caldas, o lo acompañaron en el generoso y definitivo impulso que le dio a la revista universitaria, Siglo 20, de gran trascendencia en la historia de la cultura de Caldas y del país.
Su sencillez, su corazón abierto y presto a escuchar o a satisfacer en sus requerimientos a quienes a él acudían o le consultaban, su conversación tímida pero rica y siempre risueña, la seriedad de sus conceptos, su apuesta permanente por lo bueno, por lo bello y por lo verdadero, hicieron de él un hombre privilegiado, pero más privilegiados aun, a los que pudieron aproximarse a los dones de su corazón y a su amistad sin orillas.
Las literaturas de Caldas y de Colombia están de luto, su familia y sus amigos han estado recibiendo la voz de condolencia de muchas personas que lo acompañarán en sus exequias en Bogotá hoy a las 10:00 a. m.
H.S.P.
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