Elizabeth R. Rojas
LA PATRIA | Manizales
Jenny Alexandra Gómez Pérez sufrió de depresión postparto, estado anímico condicionado por falta de motivación para realizar las tareas cotidianas. Se caracteriza, entre otras cosas, por llanto, cansancio, fatiga, ideas de culpa y, en casos extremos, pensamientos suicidas.
El caso resultó especial para su psiquiatra, Silvia Martínez, especialista en salud familiar y comunitaria. Ella la valoró en un cuadro depresivo antes de que gestara y también la vio durante el embarazo, cuando sufrió otra crisis por el fallecimiento de una sobrina. Atendió sus síntomas de la depresión postparto y todavía hoy siguen en contacto.
El primer momento de esta historia se dio en el 2012 cuando Gómez tenía demasiada carga laboral: "Trabajaba mucho, no dormía bien. Eso me afectó. Comencé a sentir un desespero sin razón aparente, luego vinieron los movimientos involuntarios en las manos y en los pies. No me hallaba".
La medicaron, pero por su evolución dejó los fármacos y siguió con su vida hasta que se dio cuenta de su gravidez. Y aunque su bebé era deseado, la confrontó a un nuevo panorama. Gómez mencionó que le asustó abandonar su empleo cuando estaba en su mejor etapa profesional. Ella es higienista oral.
El segundo capítulo vendría durante su embarazo por la situación familiar detallada anteriormente. Su salud se debilitó al punto de no volver a trabajar: "Planeaba hacerme daño. Trataba de disimular mis síntomas, se volvió inmanejable. Ya cuando fui a donde la doctora estaba muy mal. Me medicaron para evitar que ese estrés por el que estaba pasando llegara al bebé".
Gómez contó que sumada a esa depresión vivida en la gestación, llegaron otras condiciones de salud que forzaron el nacimiento de Gabriela a los siete meses. A ella le dio preeclampsia (complicación del embarazo caracterizada por presión arterial elevada) y el síndrome Hellp, que se considera una variante de la preeclampsia.
"No la pude cargar recién nació, la vi a los cuatro días. No pude lactar, por los medicamentos tan fuertes que me dieron. Estuve en cuidados intensivos", apuntó diciendo que solo disfrutó los primeros meses del embarazo.
Cuando a Gómez por fin le dieron de alta continuó con la depresión en el postparto. Estaba en la casa de su progenitora y era esta última la que cuidaba a Gabriela, que fue bebé canguro. En eso ayudó el esposo de la paciente. Alcanzó a sufrir de psicosis, un trastorno detallado como una desconexión de la realidad.
"Tengo lagunas mentales, la psiquiatra me veía dos veces por semana. Atenté contra mí. Lo único que me importaba era estar en mi habitación y que Gabriela no llorara. Quería estar acostada siempre, no me quería bañar y -cuando me metían al baño- echaba agua para decir que me había bañado. No quería visitas, ni que me llamaran. Esa depresión me duró como ocho meses".
Gómez, fuera de su depresión, también tuvo que lidiar con un trombo que por poco y acaba con su vida. Esa vez le dieron de alta y algunos días después llegó a la Fundación Amiguitos Royal. Los casos que vio en el lugar le sirvieron para ver que había personas con situaciones más complicadas.
La paciente duró 560 días incapacitada, por lo que finalmente la pensionaron. Hoy, a sus 40 años, está al cuidado de su hija, que ya tiene cuatro años. Sigue medicada.
Fundamentación
La psiquiatra Martínez subrayó que la condición es muy grave, por todas las implicaciones que tiene para la mamá y el bebé: "Es una enfermedad episódica, que si no se trata hay el 50% de posibilidad de que se repita".
Sobre la condición respondió:
- ¿Cuáles son esos factores de riesgo?
El principal, es el postparto mismo. Es que una señora pudo no haber tenido antecedentes y en esos días después de tener el bebé, tener el episodio depresivo. Pasa que la vulnerabilidad se da, porque se bajan las hormonas de una manera abrupta.
- ¿Hay que estar pendientes de la nueva madre?
Es muy importante vigilar y ver cómo está y cómo se siente. Se hace importante tratar en el menor tiempo posible. Puede presentarse cuando no hay historia familiar, pero hay más riesgos de verla cuando se conocen los casos.
- ¿Qué condicionantes pueden influir?
Son factores de riesgos asociados los problemas psicosociales. Una pobre red de apoyo, una mala situación económica, un embarazo no deseado, etc. Pero puede ser que la mujer tenga un episodio depresivo teniendo equilibrada su vida en todo lo demás.
- ¿Una enfermedad en el neonato puede activarla?
Con toda la tecnología existente, antes del parto, se puede saber cómo viene el bebé y eso hace posible trabajar el afrontamiento de la condición para evitar el choque que esto produce. Lo que se buscaría es que la mujer no tenga un impacto emocional tan alto. Cuando no se hacen los controles prenatales, que solo hasta la llegada del bebé se conocen determinadas condiciones, eso no necesariamente tiene por qué desencadenar la depresión postparto.
- ¿Quiénes la sufren más?
Hay mayor riesgo de que alguien la sufra cuando está en los extremos de la vida, pero es más frecuente en la población joven (de los 24 a los 35 años), con una prevalencia del 10% al 15%.
- ¿Afecta el servicio de salud que se tenga?
Sí, pues no todas las pacientes pueden acceder de manera oportuna a los servicios de salud y, cuando lo hacen, las remisiones o medicación pueden tardar por las fallas del Sistema. Claro está que si un médico general está preparado en depresión postparto, el mismo podrá determinar qué hacer con la mujer. Lo ideal es que valore un psiquiatra.
- ¿Cómo se trata esta condición?
El tratamiento es psicoterapéutico o farmacológico; también pueden alternarse las dos formas. Para un primer episodio depresivo el tratamiento farmacológico es por un año y para un segundo episodio es por dos años. Si hay un tercer momento se habla de cinco años o, dependiendo del caso, puede ser indefinido. Cuando hablo de tratamiento, me refiero a antidepresivos y esos se pueden dar a largo plazo. Algunos de estos fármacos pueden proporcionarse durante el embarazo y durante la lactancia. Antes que se desconocían, no se trataban y -a parte de los suicidios- también se daban infanticidios.
- ¿Cómo se afecta el bebé?
Una mamá deprimida es una mamá que no tiene capacidad para vincularse en la crianza del niño. Es muy importante que siempre haya una tercera persona que pueda ayudar. Puede ser el esposo, los padres de ellos o a quien esté para a acompañarlos.
- ¿Cómo se afecta la propia paciente?
En el propio cuidado. Pasa que si es durante el embarazo dejan de asistir a los controles prenatales, dejan de alimentarse bien, etc. Después no asisten a las citas médicas y esto las pone en riesgo de muerte.
- ¿Qué papel juega la familia?
No deben entrar a señalar de que es una mala madre o una mala persona, pues hay algo en ellas que les impide hacer bien su trabajo o ejercer su rol. La familia tiene que estar ahí para cuidar de ella y del bebé.
Foto | Cortesía | LA PATRIA
Silvia Martínez.
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