Dice sociólogo y antropólogo Roger Bartra Muria
«El paquete mexicano no es deseable»
El intelectual, de padres catalanes y nacido en México, estuvo en Manizales invitado por la Universidad de Caldas. Hizo un crudo análisis de lo que ocurre en su país. Afirma que le causa curiosidad cómo ha sido enfrentado el narcotráfico en Colombia. Pensamiento.
Luis Francisco Arias
Redacción | LA PATRIA
El sociólogo y antropólogo mexicano Roger Bartra Muria es una de las mentes más lúcidas de América Latina. El pasado jueves 24 de mayo, además de dictar una conferencia sobre memoria política en la Universidad de Caldas, caminó desde El Cable hasta Chipre, en Manizales, panorama que lo dejó maravillado: «Es muy bonito», expresó con emotividad.
El reconocido intelectual, que se ha caracterizado por su originalidad en el análisis de hechos políticos y sociales en su país y en el resto del continente, habló con LA PATRIA acerca de la compleja realidad mexicana y también un poco sobre Colombia y otros temas.
Con su inocultable apariencia de estudioso, el rítmico movimiento de sus cejas acompañó la charla pausada y directa, al referirse a lo que hoy está ocurriendo en la sociedad mexicana, donde se han contabilizado unas 50 mil muertes violentas vinculadas con el narcotráfico desde diciembre de 2006, por lo que algunos han hablado de la «colombianización» de ese país.
Con expresión de ironía, Bartra afirma que «ahora vamos a comenzar a hablar de la “mexicanización”, espero que no les toque por estos lugares, porque aparte del narcotráfico significa el ascenso del autoritarismo, algo excesivo... el caciquismo, el presidencialismo exacerbado, todo eso acompañado de corrupción, y ahora también con violencia entre los grupos de narcotraficantes. Entonces, el paquete mexicano no es deseable, para nada».
Esa visión crítica de su país se ha visto facilitada por su condición de sentirse extranjero en todas partes, al ser hijo de una pareja de escritores catalanes que huyeron del régimen de Francisco Franco, en España. Bartra piensa que esa situación le ha representado ventajas y desventajas en su vida profesional.
«Hay un cierto grado de discriminación, de desprecio por el extranjero en México, le llaman gachupín al español, y en mi caso es más acentuado porque mi lengua materna es el catalán. Por otro lado, esta situación de extranjería da cierta distancia, la misma que muchos pensadores y escritores latinoamericanos han logrado cuando se han ido a Europa o Estados Unidos a ver de lejos su región... yo también lo he hecho en muchas ocasiones, y me doy cuenta que aunque soy parcialmente europeo, en Europa también soy un extraño».
Nostalgia por el PRI
Su análisis de lo que pasa en su país es crudo, pero se confirma en cada uno de los titulares de prensa. Todo esto se da justo cuando el próximo primero de julio habrá elecciones presidenciales en México, las cuales vienen acompañadas de renovación del Congreso de la República y de elección de gobernadores en varios estados. «Es un momento de tensión política muy fuerte en un país que aún no está acostumbrado a la democracia», explica el intelectual.
Reflexiona acerca de que México sufrió una especie de dictadura extraña durante 70 años en los que el PRI lo dominó todo, y que la sociedad aún no asume la nueva cultura cívica, por lo que todo indica que ese partido volverá al poder.
Una de las razones es que, desesperado por el avance del narcotráfico, el gobierno de Felipe Calderón empezó una guerra frontal contra los carteles de la droga, «lo que desestabilizó muchas áreas rurales y pequeñas ciudades de provincia, donde los carteles también se empezaron a pelear entre ellos, elevando las tasas de homicidios de manera alarmante», explica Bartra, quien complementa que tal situación ha provocado grandes tensiones políticas, temores y resurgimiento de viejos odios.
- ¿Entonces, toda esa violencia ligada a las mafias es la que va a facilitar el retorno del PRI al poder?
El académico levanta la mirada y extiende con fuerza sus manos sobre la mesa: «Sí claro, ¿qué es lo que sucede? Hay sectores grandes de la población, sobre todo de la clase media, que están atemorizados y miedosos, y que creen que el retorno del PRI llevará a una negociación con los carteles y que eso traerá la paz. Entonces, esas clases que se habían volcado contra el autoritarismo del PRI, ahora añoran la vieja corrupción, pero nos meten en una cultura autoritaria terrible, es lo que en broma he dicho que sufren un síndrome de abstinencia».
De acuerdo con Bartra, eso obedece a una especie de añoranza por el pasado. Sin embargo, también hay otro fenómeno, y es que hay una numerosa población joven que no conoce lo que es vivir bajo un régimen autoritario y no está dispuesta a permitir que siga en el poder un movimiento de derechas que está desgastado.
La izquierda, liderada por Andrés Manuel López Obrador, tampoco parece tener ya posibilidades. «Domina una corriente populista, yo la llamo izquierda reaccionaria conservadora, que no está funcionando», precisa.
Aprendiendo de Colombia
México y Colombia comparten el grave problema del tráfico de drogas, frente al cual Bartra está de acuerdo en que sea despenalizado como estrategia para acabarlo.
«Recuerdo que hace unos 20 años un grupo de intelectuales de América Latina, encabezados por Gabriel García Marquez, firmamos un manifiesto solicitando que se despenalizara la droga. En aquella época no nos hicieron el menor caso, ahora han cambiado las cosas e incluso algunos presidentes están aceptando considerar el asunto, va a ser un proceso lento, pero estoy completamente a favor de eso».
En Colombia, los paramilitares y la guerrilla se han caracterizado por compartir los mismos intereses de los narcotraficantes, cosa que no ocurre en México, donde los carteles de la droga son grupos dedicados exclusivamente a eso.
«No hay ningún parecido, por ejemplo, entre el Movimiento Zapatista de Liberación Nacional (MZLN) y las Farc... Los zapatistas son un ejército muy pequeñito y pacifista. No se han dedicado a secuestrar a nadie, no están ligados a los narcotraficantes, viven bastante marginados del apoyo internacional... están divididos pero no hay esa tremenda decadencia y erosión de la izquierda que ha vivido Colombia a través de las Farc».
- Como sociólogo ¿cómo ve desde afuera a un país como Colombia, con sus complejidades?
Bartra sonríe, pone un codo sobre la mesa y descansa el mentón en su mano. «Resulta una experiencia fascinante, porque Colombia ha llegado a una situación democrática por caminos muy diferentes a los de México, una historia en la que el autoritarismo estaba polarizado, entre dos formas de derecha que monopolizaron el poder, y eso fue evolucionando lentamente. En México hubo un cambio súbito en el 2000, y aún estamos en ese proceso, no está completamente consolidado. También nos fascina ver cómo ha evolucionado aquí el tema de la droga, porque en Colombia hay una larga historia al respecto, y estamos muy curiosos de ver cómo ha cambiado la situación, no creo que hayan superado el problema todavía, pero han pasado a otra fase, y nos interesa ver qué ha sucedido».
Estudioso de la melancolía
Todo lo que ocurre en México, en Colombia, y en general en América Latina está cargado de buenas dosis de melancolía, como la entiende Bartra. Dicha cultura, explica el sociólogo y antropólogo, nada tiene que ver con la psicología del individuo, sino más bien con nostalgias colectivas, que se asocian en diversos países a las áreas rurales, formas antiguas de identidad nacional, figuras históricas tradicionales como los llaneros, gauchos, rancheros mexicanos, etc., y que alimentan el nacionalismo en muchos países.
Otra forma de ver esa melancolía es la que «se cristaliza por la decepción frente al fenómeno democrático, porque pese a que la transición hacia la democracia se expande por toda América Latina, sigue habiendo miseria, atraso, subdesarrollo, y mucha gente (de izquierda y de derecha o despolitizada) se decepciona de la democracia».
Según el académico, dicha decepción genera lo que en el siglo XIX Tocqueville llamaba «la melancolía típica, que corresponde a los Estados Unidos, cuando el bienestar que esperaban con la democracia se va alejando cada vez más y uno nunca lo alcanza, ese es otro tipo de cultura de la melancolía que se cultiva en la decepción, la desesperanza».
- ¿Usted cree que México, Colombia, América Latina están dejando atrás esa melancolía? ¿Se están modernizando?
Bartra se encoge de hombros, se ajusta las gafas y entorna los ojos con expresión de duda. «En lo que puedo percibir, en los países que conozco, tengo la impresión de que hay un proceso acelerado de modernización, y eso genera un retroceso de esas viejas tradiciones nacionalistas melancólicas, lentamente la cultura cívica democrática abre paso a nuevas alternativas, y se ven las cosas como un abanico de alternativas, una pluralidad de política y en todos los sentidos».
La ausencia de Fuentes
El escritor mexicano Carlos Fuentes, quien murió el pasado 15 de mayo, era considerado por Bartra como «todo un personaje». Según el intelectual, «él era el gran representante literario del nacionalismo revolucionario, esta cultura política que dominó todo el Siglo XX mexicano. Por varias ocasiones acompañó al régimen, y en otras se opuso frontalmente. Así que fue un personaje ambivalente desde el punto de vista político».
Resalta, así mismo, su originalidad en la literatura, porque «practicó todos los estilos, incluso en la novela exploró muchos géneros diferentes. De todas maneras, la mayor parte de la gente en México prefiere sus novelas antiguas, como La Muerte de Artemio Cruz y Aura, y no gusta tanto lo que hizo después».
Con emoción evidente, Bartra recordó una época en la que fueron muy buenos amigos: «Dirigí el semanario cultural de La Jornada, y en esa época nos acercamos mucho, me colaboró mucho y desarrollamos una cierta amistad. Me dolió mucho su muerte, era un amigo, una persona querida, muy solidario, todo un personaje».
¿Quién es?
Roger Bartra Muria se doctoró en Sociología por la Sorbona. Actualmente es investigador emérito del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Ha sido profesor e investigador visitante en la universidad Pompeu Fabra de Barcelona, el Paul Getty Center de Los Angeles, la Johns Hopkins, la Universidad de California de La Jolla y la de Wisconsin. Es autor de libros como Las redes imaginarias del poder político (1996), El salvaje artificial (1997), El duelo de los ángeles: locura sublime, tedio y melancolía (2004), Territorios del terror y de la otredad: ensayos de cultura política (2007) o La fractura mexicana (2009).
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