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“Es difícil obtener apoyo nacional, pues somos un departamento más seguro, lo que no permite que nos prioricen”. La lapidaria frase es del secretario de Gobierno de Caldas, Jorge Andrés Gómez, que también comparte el alcalde de Anserma, Ómar Andrés Reina, y quizás otros alcaldes y autoridades que se están sintiendo impotentes para enfrentar los últimos hechos de inseguridad que arrecian en el departamento y que deben ser atendidos con ayuda del Gobierno nacional, porque es claro que el departamento y los municipios solos no son capaces.

Que nos ponderen de forma positiva puede ser muy bueno, porque la seguridad es un elemento constitutivo del desarrollo y eso se debería estar viendo en la llegada de más inversiones, más comercio, más industrias, más turistas y más personas interesadas en este territorio para realizar sus actividades. Pero que ese elogio sea producto de que no se estén contando las verdades completas de lo que sucede en materia de inseguridad, es muy preocupante, porque es lo que no está permitiendo que pongan los ojos en Caldas para que lleguen más recursos que ayuden a mejorar.

Cosas que se requieren de forma inmediata, como es aumentar el pie de fuerza de la Policía, el número de cámaras de vigilancia y de vehículos, entre otros aspectos para garantizar la protección y el cuidado de los ciudadanos. Obviamente habrá departamentos de Colombia con niveles de inseguridad mucho más altos que Caldas, se trata de otras formas de violencia y de delitos que también se deben combatir, pero igual hay que hacer con los que nos están amenazando y están causando miedo y angustia en las poblaciones afectadas.

Anserma, por ejemplo, ha sido víctima de robos en su zona rural y de hechos como el asesinato de un funcionario de la Alcaldía en la puerta de su casa y a manos de un grupo de matones que llegaron de otra ciudad contratados para supuestamente cometer un robo, y la muerte de un habitante de calle que llevaron a diseñar un plan candado para que llegara un pelotón del Ejército y más Policía a hacer los controles. Sin embargo, se trata de una medida temporal, porque los municipios no son boyantes para sostener esta logística de seguridad, y como teme el alcalde, puede ocurrir que pronto cuando otro municipio requiera de esta fuerza tengan que dejar la labor y otra vez se queden enfrentando las amenazas y los hechos con su escaso número de policías.

Pero también hay intranquilidad este año por los robos en zona urbana de Marmato, en zona rural de Risaralda y en el Centro de Manizales; además de los homicidios en Aguadas y los cuatro en La Dorada, el fleteo en La Dorada y en Manizales, y diferentes tipos de hurto en el departamento durante enero, con mayor impacto en la modalidad a personas. Solo durante ese mes, las bases de datos de la Policía reportan 159. No es un panorama que apacigüe, y por eso las autoridades en el departamento deben ser muy exactas al reportar lo que realmente está ocurriendo, pero también activas para gestionar ayudas de entidades y organismos, incluso internacionales, que podrían dar la mano ante la escasez nacional.