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Otra faena, y esta vez bien difícil de ejecutar, les está tocando capotear a los taurinos con otro proyecto de ley que cursa trámite en el Congreso de la República para darle la estocada final a las corridas de toros en Colombia. No más olé, se llama la iniciativa, ya la aprobó el Senado el año pasado y está en Cámara de Representantes, donde la aprobó el miércoles la Comisión Sexta en tercero de cuatro debates para que se convierta en ley. La autora es la senadora del Pacto Histórico Esmeralda Hernández, y el ponente el representante a la Cámara por Risaralda Alejandro García, del Partido Verde.
Es el primer proyecto de este corte que llega a tercer debate. Ya lo habían aplazado en cuatro ocasiones, por lo que antitaurinos denominan “jugaditas” de congresistas para retrasar el trámite. El ponente sostiene que es momento de que el país deje de hacer parte de la lista de ocho que en el mundo “tienen la vergüenza” de continuar haciendo corridas de toros. La Corte Constitucional dejó el futuro de las corridas en manos del Congreso, por ser el que legisla, pero dijo en sentencia del 2010 que las actividades taurinas o espectáculos con animales no se pueden prohibir por considerarse una tradición en ciertas regiones del país, como ocurre en Manizales.
Bueno sería que para la discusión en plenaria de Cámara citaran a taurinos de Manizales y a gente de una infinidad de oficios que reúne una corrida, en la que no solo están involucrados toreros y ganaderos. La tauromaquia representa en esta tierra caldense el arte que siguen los taurinos, un modo de vida para el que buscan prepararse niños y adolescentes desde las escuelas taurinas existentes; pero sobre todo una forma de subsistencia para familias y sectores de la economía local como hoteles, restaurantes, transporte, entre otros que encuentran en cada corrida de toros una oportunidad de mejora financiera.
No se trata de acabar entonces las corridas para satisfacer solo a un sector. Hay muchos otros colombianos, no solo en Manizales, que aman este arte y tienen derecho a acceder a él. El prohibicionismo, como en otras cosas del país, no lleva a nada bueno porque de alguna manera se buscará cómo hacerlas y eso alimentará una segura y peligrosa ilegalidad. Las corridas también pueden verse como una fuente de rentas para los municipios, si no están exoneradas de impuestos.

Otro punto de debate para este proyecto es por qué se centra en las corridas de toros, cuando en el país se ejecutan otros eventos con animales, como las corralejas en la costa norte, y las peleas de gallos que también avergüenzan a muchos colombianos por lo violentos que son. ¿Por qué la urgencia de legislar sobre las corridas y no de estos otros eventos que tendrían que estar incluidos en el proyecto de ley si lo que se busca es proteger y defender a los animales? Ahí ya parece haber un presunto conflicto de intereses. Se espera que para la plenaria de la Cámara todas estas dudas sean resueltas por nuestros representantes y no se acuda a votar a la ligera.