La carga de 125 kilos de café llegó ayer al precio promedio más bajo del año: $653.375, de acuerdo con el reporte de la Federación Nacional de Cafeteros. También es el precio más bajo desde el 23 de junio de 2015, cuando cayó a $649.250. A su vez, el precio de la libra del grano colombiano en la Bolsa de Nueva York está en su peor cotización en muchos años, a solo 0,92 dólares y con tendencia a la baja. En los dos últimos años la situación se ha deteriorado en forma progresiva (de hecho se completan 23 meses en caída) y no hay indicios que señalen una mejora para lo que resta del 2018.
Esas razones hacen que sea urgente que el Gobierno Nacional desembolse los $100 mil millones que prometió recientemente, para ayudar a los cultivadores a mitigar el desplome del precio interno, y poder recoger la cosecha de fin de año con la esperanza de que haya una reacción positiva en las cotizaciones y el sector se recupere. De la misma manera, se necesita urgentemente que el Congreso de la República tramite el proyecto de ley que pretende crear un Fondo de estabilización para el precio del café, correspondiente a una medida estructural que garantice una mínima rentabilidad.
Si nos atenemos al dato del Comité Nacional de Cafeteros acerca de que el costo promedio de producción de una carga de 125 kilos es $760 mil, cada día que pasa se profundizan las pérdidas de los cafeteros, lo que para el momento de recoger la cosecha que ya comienza genera graves problemas si no se cuenta con recursos para pagar los jornales y mantener la dinámica de las fincas. Si no se cuenta ya con los recursos anunciados por el Gobierno surge el peligro de que muchos productores ni siquiera puedan coger los granos maduros de los palos. Estamos hablando del 70% de la producción del año que está en riesgo.
Como si esto fuera poco, cada vez es más escasa la mano de obra recolectora. Cálculos del Comité Departamental de Cafeteros de Caldas señalan que se necesitan 25 mil personas para desarrollar esta tarea. En ese marco, al parecer, muchos migrantes venezolanos que están llegando a la región serán los que terminen en las fincas durante esta temporada en esa labor, pero todavía no está claro si se podrán cubrir todas las necesidades en esa materia. La conjunción de estas problemáticas fueron las que llevaron al Comité de este departamento a pronunciarse, en representación de 33 mil cafeteros caldenses, para pedir una rápida reacción al Gobierno.
El gerente de la Federación Nacional de Cafeteros, Roberto Vélez Vallejo, ha tenido esta semana la oportunidad de exponer la grave situación del café colombiano en la reunión semestral de la Organización Internacional del Café (OIC), en Londres, en búsqueda de que haya una posición sólida de los países productores, para que haya un precio digno, rentable y sostenible que garantice que el café sea un buen negocio para todos, y no solo para los intermediarios entre los que cultivan y los que disfrutan de la bebida en refinados establecimientos del mundo.
La angustia de los productores colombianos es general y de nada sirve que se completen cuatro años con cosechas superiores a los 14 millones de sacos, si los precios no compensan el esfuerzo de cultivar el grano. Lo más grave es que pese a los llamados a quienes manejan el mercado para que no dejen morir la actividad, la crisis alcanza 60 países productores que reúnen a 25 millones de familias cafeteras, la mayoría de las cuales se ven obligadas a vender su producto a pérdida para obtener una mínima e insostenible subsistencia.
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