Los colombianos acudiremos hoy a las urnas para escoger presidente de la República, en medio de un ambiente polarizado, lo que ha generado en la opinión pública dos fuertes bloques que más que mostrar las virtudes del candidato de sus afectos se han encargado de resaltar los defectos y debilidades del aspirante al que se oponen. No es nuevo este comportamiento en la segunda vuelta presidencial, en la que en muchas ocasiones las personas votan en contra y no a favor, o por lo que otros llaman el mal menor.
Si la mayoría de ciudadanos se manifiesta a favor de Iván Duque, quien es sin duda un joven político, inteligente y estudioso, habría que esperar que los sectores más radicales que le acompañan y que quieren hacer trizas los acuerdos de paz no influyan en sus decisiones, porque la realidad hoy es que se ha logrado el desarme de una peligrosa guerrilla, que en términos generales ha cumplido con sus compromisos y que sabe que si delinque de nuevo sus casos serán juzgados por la justicia ordinaria. Un retroceso sería un salto al pasado indeseable. También habrá que ver que los cambios anunciados a la justicia reparen lo que está mal allí, pero en ningún momento coartando su independencia, lo cual sería muy grave para la democracia. Si esto se garantiza, sin duda la mejor opción es darle el respaldo.
En caso de que el triunfo sea para Gustavo Petro, quien hizo una destacada tarea como senador de oposición y ha demostrado con sus acciones que es mejor en ese papel que como gobernante, habría que exigirle que en verdad cumpla lo que promete, actitud que no lo caracterizó en su paso por la Alcaldía de Bogotá, por lo que genera desconfianzas profundas. Muchos no nos sentimos tranquilos con su propuesta riesgosa de cambio de modelo económico, lo que podría ser origen de una profunda crisis. Su discurso propone una aventura llena de incertidumbres, adornado con elaboradas palabras, pero irrealizable en muchos aspectos.
Más allá de las emociones en una instancia como esta, debemos poner cabeza fría en el momento de depositar el voto, si pensamos realmente en lo que el país necesita en este momento. Es verdad que hay dos únicos caminos efectivos, pero la expresión del voto en blanco que no se identifica con ninguna de esas dos opciones también es válida en la democracia, y puede representar inconformismo después de la primera vuelta. Para quien gane, cualquiera que sea, esa posición de centro, que promete ser histórica, no puede pasar inadvertida cuando acometa la tarea de gobernar.
La decisión que asumamos hoy es fundamental, y por eso es que así las condiciones climáticas no sean las mejores, así haya Mundial de fútbol, o simple desgano por saturación, tiene que ser más fuerte el sentido patriótico y el compromiso con el país, porque nos estamos jugando nuestro futuro y el de nuestros hijos. Hay que seguir en el camino de derrotar la abstención y esperar que los cerca de 36 millones de ciudadanos habilitados para votar lo hagamos con seriedad, siendo conscientes de lo que puede implicar nuestro voto. Tenemos que seguir avanzando en el afianzamiento de nuestra madurez política como país y la consolidación de nuestro crecimiento económico.
Colombia ha ganado mucho en seguridad en elecciones como esta, y pese a la polarización aguda que tenemos, cada vez estas jornadas son más tranquilas. En buena medida, esto se lo debemos al trabajo por la paz de los últimos años, y por eso estamos convencidos de que hay que persistir en este camino y garantizar el logro de una mejor convivencia de todos los colombianos.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015