Sin Nicolás Maduro, advertido de que no se apareciera, y sin Donald Trump, que encontró en la crisis con Siria la excusa perfecta para no asistir, se inicia hoy en Perú la VIII Cumbre de las Américas, a la que asistirán al menos 21 jefes de Estado y de Gobierno, además de vicepresidentes y cancilleres. La gobernabilidad democrática frente a la corrupción es el eje propuesto, pero seguramente se abordarán otros asuntos, sobre todo en las reuniones bilaterales que se aprovechan en estos escenarios para movilizar temas pendientes, debido a que se sabe que los resultados de estas cumbres son bastante precarios.
Como se ha tornado costumbre el día previo se realiza una cumbre económica en la que no solamente participan los representantes políticos de estos países, sino también empresarios, lo que busca dinamizar la economía, que el año pasado creció un dos por ciento, pero que, según la OCDE aún tiene muchos problemas de institucionalidad y corrupción que llevan a que los ciudadanos desconfíen para pagar impuestos, porque no ven que estos se reflejen en su mejor calidad de vida.
La no presencia de Maduro seguramente será una oportunidad para que la mayoría de países pidan condenar ese régimen dictatorial y pedir mayores sanciones para que se presione su salida y ojalá de manera pacífica, pues la emigración de los venezolanos está generando situaciones complejas en todos los países, que intentan colaborar, pero que ven claramente que la mejor solución es que puedan volver a su territorio a ejercer sus derechos y a vivir con sus familias. Falta ver si los pocos aliados que aún le quedan al presidente venezolano en la región son capaces de acallar la voz de la mayoría, que ha tenido más o menos consenso.
La cancelación de Trump tanto al viaje a Colombia como a la visita a la Cumbre cayó bastante mal, a pesar de la excusa esgrimida de la crisis en Siria. Lo que demuestra una vez más el mandatario estadounidense es que para él este sigue siendo su patio trasero y así lo trata. No está bien que siga descuidando de tal manera sus relaciones con la región, en donde impactan varias de sus decisiones más polémicas, como las de los migrantes, fronteras y nada de control de armas, pues debe tener presente que otros grandes jugadores mundiales han venido a centrar sus intereses en estos países, como China y Rusia, por ejemplo.
Es claro que la corrupción será el tema y sigue siendo un asunto muy extendido en Latinoamérica, con presidentes encarcelados e investigados, y decenas de funcionarios en todas partes con conflictos por acusaciones de meterles mano a los presupuestos públicos. Esta falta de control en los gastos, las denuncias involucrando a lo más alto de los gobiernos son un pésimo ejemplo para los ciudadanos, que ven cómo sus esfuerzos diarios por supervivir no se compensan, mientras otros solo se apropian de lo público y poco les pasa. Así que ojalá salieran de aquí esfuerzos concretos para combatir este flagelo y al final de esta cumbre, como casi nunca sucede, se tuvieran resultados claros y medibles que pudieran evaluarse en la próxima. Ojalá no sea solo otra oportunidad para una foto más.
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