2019 es un año electoral de la mayor importancia. Las regiones definen sus alcaldes, gobernadores y concejos y asambleas. En un país, justamente de regiones, resulta clave que se entiendan las razones para que se elijan a las mejores personas para decidir sobre el presente y el futuro de lo que pase en nuestros pueblos y ciudades, pero también sabemos que es en esta menudencia electoral en donde se muestra lo peor de la democracia: componendas, amiguismos, zancadillas con el objetivo único de llegar al poder y con las consecuencias obvias para los territorios.
Obvio que los partidos políticos existen por su vocación de poder. Sin esta se condenan a la desaparición, pero lo que queremos decir es que pueden hacer procesos transparentes, incentivar a sus hombres y mujeres de cara a escoger los mejores candidatos, aunque no siempre el mejor candidato sea el mejor gobernante y viceversa. ¿Qué tal si en vez de escoger con base en la persona que lleva más años en el partido, en quién es el más carismático, en quién es el que puede ser más obediente a la hora de los nombramientos y los contratos se escoge con base en las capacidades? ¿Será mucho pedir?
Llueven precandidatos para la Alcaldía de Manizales y para la Gobernación de Caldas y, como suele suceder en un listado amplio, hay de todo, ejecutores de probada idoneidad, jóvenes inexpertos, políticos de carrera, académicos y espontáneos. Inclusive en los propios partidos se enredan con las reglas porque en el papel son muy amplias, pero a la hora de la escogencia se prefiere siempre el señalamiento a dedo, con algo de pragmatismo, pero con el miedo que se le tiene en las propias estructuras políticas a la democracia misma.
A menos de 10 meses de las elecciones vale la pena que se mire también cuál es la idea de ciudad, de municipio, de departamento que tiene cada partido, porque si en lo nacional se confunden las ideas, ni hablar de lo local, en donde cada movimiento parece solo un espacio para obtener el poder, pero no hay compromiso por temas fundamentales como la integración regional, el agro, la industria, el empleo, el urbanismo, el medioambiente. Y qué bueno fuera aterrizar esto, porque debido a la ausencia de tal coherencia vemos cómo candidatos conservadores de ayer, hoy son liberales y viceversa. Ni hablar de otros movimientos de los que muchos se visten por temporadas, para cambiar en la siguiente.
La invitación desde estas páginas y a tiempo para hacer la mejor selección es la de privilegiar el futuro de nuestra región. Que los partidos definan de la manera más democrática posible y privilegiando la capacidad de ejecución de los designados para que lleven adelante la idea de municipio y de departamento que se tiene. Que la primera consideración sea escoger personas que garanticen la probidad que se exige para regresarle la confianza a lo público, asunto que viene de capa caída. Los partidos y movimientos políticos no pueden seguir pasando de agache por las personas que eligen para desempeñar los cargos de elección popular. Deben comprometerse y volverse partícipes de las discusiones de la ciudad. Así será también más fácil para los electores saber si vale la pena volver a ser parte de los partidos o seguir votando por candidatos. Ah, y qué bueno fuera que propiciaran que las mujeres puedan participar en igualdad de condiciones.
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