Por un país siempre verde

La Misión de Crecimiento Verde del Departamento Nacional de Planeación (DNP) presentó el jueves sus recomendaciones para que haya una política pública de fortalecimiento ambiental, con posibilidades económicas y ambientales. Para este ejercicio, se contó con el apoyo de la Agencia Francesa de Desarrollo, el Banco Mundial, el Instituto Global de Crecimiento Verde (GGGI), el Banco de Desarrollo de Alemania (KfW), el Banco Interamericano de Desarrollo, la Alianza Clima y Desarrollo (CDKN) y ONU Ambiente. 
En el informe se señalan oportunidades para electrificar el transporte, para que en 10 años se cuente con 600 mil automóviles eléctricos en Colombia, de tal manera que en el 2030 el 25% del parque automotor corresponda a esa tecnología, y que para el mismo año el 15% de la demanda energética total sea cubierta por fuentes renovables no convencionales, es decir, energías limpias como la solar, la eólica y otras opciones no contaminantes, materia en la cual estamos rezagados frente al resto de América Latina.
Otro punto planteado por la Misión, dirigida por el exdirector del DNP, Hernando José Gómez, es que se incentive la reforestación comercial, ya que solo se está usando el 10% de las 17 millones de hectáreas aptas para esa actividad. El hecho de fijar claras fronteras agrícolas, como se anuncia en el caso de la Amazonia, es urgente. Adicionalmente, en Colombia solo se recicla el 17% del total del material que podría usarse en esta actividad y se entierra en rellenos sanitarios. Por eso hay que modernizar los procesos de recolección y darle paso a una bien estructurada economía circular. Con una política eficiente orientada a impulsar la bioeconomía también podría aprovecharse toda la biomasa que se genera y de manera industrial extraer enzimas, colorantes, energía, cosméticos, fertilizantes, agroquímicos y medicamentos, entre otros.
Frente al agua, su protección y su reutilización en procesos industriales es algo que también adolece de enormes vacíos en las normas. Colombia tiene una riqueza hídrica que le permite ofrecer una cobertura bastante amplia, pero no hay políticas claramente orientadas a reconocer las posibilidades ambientales, sociales y económicas, en las que la formalización ocupa un lugar fundamental. La búsqueda de un mayor bienestar general por este camino resulta vital. Así, las empresas y el capital humano deben prepararse para desarrollar esta nueva orientación económica, de la mano de la ciencia, la tecnología y la innovación. Hay que aprovechar las ventajas comparativas de nuestra biodiversidad.
Para llevar a la práctica estas recomendaciones el paso a seguir es establecer un Consejo Nacional de Política Económica y Social (Conpes) orientado al desarrollo sostenible, y donde el crecimiento verde tenga unas directrices y unos recursos definidos y beneficios ambientales, sociales y económicos concretos. En un Conpes como el que se menciona también caben inquietudes como las planteadas el pasado martes en Manizales, durante la realización de la Mesa de gestión de la calidad del aire, en la que participaron representantes de los ministerios de Ambiente, Minas y Energía y Transporte, además de expertos mexicanos en asuntos urbanos.
Sacar de manera gradual, por ejemplo, a los automotores diésel del parque automotor es un punto esencial, que encaja en la idea de tener cada vez más vehículos eléctricos. El hecho de que en el país mueran cada año 8 mil personas por las malas condiciones del aire y se produzcan 14 mil 400 toneladas de partículas que afectan la calidad del medio tiene que llevarnos a actuar con rapidez, y hacer la transición de los llamados combustibles fósiles a las energías limpias. Que los vehículos eléctricos no tengan arancel ni IVA hoy en Colombia es un importante incentivo para avanzar. 

De manera particular, Manizales tiene en esta materia desafíos que debe afrontar en forma decidida, con mejores mediciones de la calidad del aire, y con un trabajo en equipo con los empresarios del transporte para eliminar los vehículos chimenea. Es un hecho que hoy no cumplimos con los estándares establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), y eso requiere soluciones prontas.