Ya no sorprende que Nicolás Maduro, cabeza del régimen que gobierna Venezuela, afirme cualquier barbaridad a la que le da alcances de verdad. Sus palabras habitualmente son irresponsables e incendiarias, y corresponden a una retórica que se caracteriza por acusar sin prueba alguna. Es lo que viene ocurriendo alrededor del supuesto atentado en su contra con el uso de drones, por el que responsabilizó inicialmente al saliente presidente de Colombia Juan Manuel Santos, y luego a dos diputados opositores, frente a los cuales tampoco tiene pruebas.
Como sea, esa costumbre de Maduro de estar buscando responsables en Colombia de todo lo malo que pasa en su país, cuando es su propio régimen el responsable de la crisis económica, social y de seguridad que se vive allí, lo convierte en un riesgo constante para nosotros, cuando su virulencia puede terminar escalando y encontrando contrapartes apasionadas aquí que le ayuden a justificar sus agresiones. La realidad es que Maduro comienza a ser consciente del gran problema en el que se encuentra su nación y usa esas artimañas para tratar de movilizar las bases con discursos y acciones nacionalistas, a la imagen y semejanza de las peores prácticas totalitarias.
Según Maduro, entre abril y junio pasado en Chinácota (Norte de Santander) fueron entrenados quienes operaron los drones que explotaron el sábado pasado durante un desfile militar en Caracas, y cuyo objetivo era atacar la tribuna en la que él se encontraba. Un militar retirado opositor al régimen habría liderado el atentado, al lado de los diputados Juan Requesens y Julio Borges, este último exiliado en Bogotá. El primero ya fue detenido, sin respeto de su inmunidad. Sin embargo, el relato del líder venezolano está tan lleno de vacíos e inconsistencias, que más parece un montaje del mismo régimen para buscar solidaridades.
Las personas detenidas, supuestamente, ya confesaron el plan criminal, en el que también habría participado un venezolano con residencia en el estado de Florida (Estados Unidos), por lo que las incriminaciones de Maduro fueron dirigidas, así mismo, hacia ese país. Para hacer más confuso este episodio, el opositor al chavismo Salvatore Lucchese, quien estuvo preso al lado de Leopoldo López en el 2014, dio versiones a medios internacionales en las que acepta responsabilidad en el supuesto ataque, aunque después se retractó. Como sea, real o no el atentado, Maduro ha aprovechado para generar ánimos en contra de Colombia que aportan una gran dosis de peligro para nuestro país.
La grave situación venezolana ha llevado a que cerca de un millón de sus habitantes emigren a Colombia en busca de un mejor destino. La crisis allí es cada vez más profunda, frente a lo cual el régimen chavista solo toma decisiones superficiales, como la eliminación de cinco ceros en los billetes. Todo indica que la presión migratoria hacia nuestro país seguirá en ascenso, frente a lo cual el recién posesionado presidente colombiano, Iván Duque, deberá actuar con gran prudencia y sabiduría.
También a Duque le corresponderá manejar con sagacidad y prudencia la relación entre los dos países, para mantenerse firme en no aceptar la dictadura, sin caer en la trampa de las provocaciones. Su talante democrático será fundamental para mantener una distancia con carácter, denunciando ante instancias internacionales las violaciones que se cometen en Venezuela, pero evitando que las voces más radicales en nuestro país terminen tragando el anzuelo que Maduro lanza con sus acusaciones temerarias.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015