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Las agresiones e irrespeto a los agentes de la Policía son hoy pan de cada día en Manizales y Villamaría, según un informe de la Policía Metropolitana. De hecho, entre enero y octubre de este año se tiene un reporte de 122 uniformados agredidos, cuando atienden casos en distintos barrios de las dos poblaciones, lo que evidencia que no se está respetando como se debe a quienes encarnan una figura de autoridad y de orden social.
Ahora bien, esta cifra es casi similar al número de capturas que la misma Policía Metropolitana reporta por violencia contra servidor público, durante el mismo lapso, lo que muestra que no solo se han dado las agresiones a los policías sino que hay respuestas contundentes a esas situaciones lamentables. Según el Código Penal, este tipo de violencia puede significar de 4 a 8 años de prisión, no excarcelable, para quienes irrespeten a la autoridad, pero en ese punto la palabra es de los jueces, quienes miden las circunstancias y la peligrosidad y antecedentes de los implicados. En el Código de Policía también se establecen multas pecuniarias.
Pero no solo el castigo es el que debe aplicarse en estos casos, e inclusive lo más importante es trabajar en la prevención, para que no se den este tipo de situaciones que hablan en forma clara de la actitud violenta que nos caracteriza en buena medida a los colombianos. Porque, si bien estos datos corresponden a lo que pasa en nuestro entorno más inmediato, la realidad es que esta en una actitud típica en toda la geografía nacional. Es así como resulta fundamental educar acerca de los comportamientos cívicos ciudadanos y sobre la importancia de respetar las figuras de autoridad.
En estos hechos se retrata nítidamente la falta de tolerancia que sufrimos como sociedad, así como esa propensión a actuar con agresividad que es responsable de la mayor cantidad de riñas y homicidios que ocurren en áreas urbanas y rurales. Las personas fácilmente pierden los estribos, pelean con los vecinos, conocidos o familiares, y cuando llegan los policías a poner orden y a mediar para evitar que la violencia escale a situaciones irreversibles también son agredidos e irrespetados. Infortunadamente la conducta anómala de unos pocos uniformados sorprendidos en casos corruptos o el mal ejemplo que algunos de ellos han dado, llevan a que muchas personas les pierdan el respeto.
Es bueno que en los últimos tiempos los agentes de la Policía estén siendo formados en derechos humanos y que su ejercicio se ajuste al respeto que debe darse en ese sentido frente a cualquier persona, pero también la sociedad entera debe avanzar en la comprensión de estos derechos y entender que hay deberes para cumplir, y sobre todo que los derechos de una persona van hasta donde empiezan los derechos de las otras. Es urgente trabajar más en estos valores de la convivencia y que tanto los agentes de la Policía como la comunidad entiendan que hay normas para respetar y que los conflictos pueden resolverse sin acudir a la violencia.

El primero que tiene que dar ejemplo de comportamiento en este sentido es el agente de la Policía, si realmente se quiere lograr más respeto en el mediano y largo plazo. Por eso, el uso de la fuerza debe ser excepcional y en proporción a la situación, porque también se han visto delicados casos en los que los uniformados se salen de cabales y pierden literalmente el control. Hay que trabajar para que haya una labor policial más cercana a las comunidades, y al mismo tiempo que se fortalezca la cultura del respeto mutuo.