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A la espera que un tribunal de arbitramento decida sobre lo que debía ser la concesión para la vía Cambao-Manizales se encuentra no solo este proyecto, sino la dirigencia de Caldas y Tolima, pues parecía una interesante alternativa vial que conectara mejor a estos dos departamentos que tienen una dinámica comercial y social muy importante. No obstante, las dudas que han surgido por la financiación del proyecto, por la imposibilidad de intervenir la estructura del tramo La Esperanza-Ventanas-Murillo nos hacen insistir en que toda alternativa debe ser estudiada y si hay recursos privados que se le midan con su riesgo a construirla, pues que lo hagan, pero no nos puede desviar de la necesidad que sigue teniendo la capital caldense de conectarse mejor con Bogotá.
El proyecto total de lo presentado era la intervención de los 256 kilómetros, que tendrían un peaje para su financiación. El replanteamiento se hace por los 54,6 kilómetros que atravesarían el Parque Nacional Natural de los Nevados y que no deben intervenirse más allá del mantenimiento de la vía carreteable, porque no es posible ampliar el corredor vial por cuenta de los daños ambientales que podrían causarse. Esto lleva también al Gobierno a pensar en desistir de la autorización para la obra, así como de impedir que se monte la caseta de peaje en La Esperanza. Con esto se ve casi imposible que el proyecto se pueda efectuar, al menos con los parámetros previstos.
Según la Agencia Nacional de Infraestructura, se debe replantear todo el proyecto en lo financiero, pues cambian las condiciones. Ante esta realidad, bien vale la pena que de nuevo se ponga en la agenda de la dirigencia nacional la necesidad de mejorar la vía Manizales-Bogotá, no solo porque es una necesidad y un reclamo justo de los caldenses, sino que es el corredor alternativo natural del país, cuando La Línea presenta problemas, bien por el invierno o por cualquier otra circunstancia. Tener una carretera de mejores especificaciones técnicas garantizaría facilidades en la movilidad, que evidentemente hoy son muy restringidas.
Desde que se presentó este proyecto, advertimos de la baja carga de vehículos que se cuentan por allí, lo que parecía hacer de esta posibilidad un sueño difícil de cumplir. No ha empezado y ya hay un tribunal de arbitramento para solucionar el primer conflicto, con lo que hace pensar que detrás había tal vez una segunda intención de ganar dinero por la vía de las demandas, como parece hacer carrera en la construcción de macroproyectos en el país y que se ha identificado como un nido de corrupción. Ojalá pronto se solucione este problema, sin que les cueste un peso a los bolsillos de los colombianos, que son los que alimentan el presupuesto público.

Y ese dinero que se ahorra más el que se pensaba invertir allí, bien valdría la pena usarlo para continuar con las ideas que avanzaron bastante sobre cómo mejorar la movilidad de Manizales y Bogotá, entre esto el viaducto de Mesones, que tiene estudios, pero nada que se adelanta su ejecución, así como otras obras que podrían ir mejorando la vía que sigue haciendo de los viajes algo muy tortuoso para muchos. Las variantes de Padua y de Fresno y la mejora del ingreso a Mariquita (Tolima) podrían ejecutarse de manera gradual, con miras a que la comunicación entre el centro y el occidente del país tengan una alternativa eficiente.