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Las sanciones que prohíben a la petrolera venezolana PDVSA vender su producto a Estados Unidos y congelan sus activos en el exterior (unos 7 mil millones de dólares) es un golpe a la médula del régimen dictatorial de Nicolás Maduro. Busca cortar el flujo de recursos con el que se financia el vecino gobierno y llevarlo a que se ahogue y tenga que dar el brazo a torcer frente a su negativa de abrirle campo al retorno de la democracia. Ese tipo de presiones y no las de índole militar deben ser las que se usen para lograr que los chavistas dejen el poder y permitan que en justa lid llegue un nuevo liderazgo a Venezuela que saque al país de la crisis política, económica y social que hoy sufre.
Para el presidente interino, Juan Guaidó, las nuevas decisiones de la Casa Blanca están bien enfocadas, ya que servirán para proteger los activos del pueblo venezolano que actualmente son usados por el régimen de Maduro para sostener una revolución corrupta que ha ido en contra de los más desfavorecidos y que viene causando la ruina de ese país. 
Las recientes sanciones representan el peor golpe recibido por Maduro en muchos años, ya que el 40% del petróleo venezolano es vendido a Estados Unidos, y el pago de ese hidrocarburo terminará en cuentas fuera del acceso del régimen chavista. Rusia y China han protestado por las medidas, porque se pone en riesgo el cumplimiento de pagos a los créditos que le han hecho a Maduro y también peligra la garantía de entrega de crudo para sus industrias. A ellos se les debe garantizar el pago de sus acreencias en el eventual cambio de Gobierno. 
La actual coyuntura también toca de manera directa a Colombia, por cuenta de la anotación en la libreta del asesor en Seguridad Nacional de Donald Trump, John Bolton, anotó que unos 5 mil soldados estadounidenses llegarían a nuestro país. No obstante, más sorpresa causa la respuesta del gobierno colombiano en la que señala que no sabe nada de esa posibilidad, sin referirse de manera contundente y clara acerca de que ese es un tema de soberanía, de única incumbencia del Estado colombiano, que debe rechazar cualquier alternativa de solución forzada a la crisis venezolana, y menos si se piensa hacer uso del territorio colombiano.
Para tratar de paliar el mal momento, Maduro tendría que salir a vender más petróleo a otros países, lo cual no es fácil en el corto y mediano plazo, y podría llevarlo a malas negociaciones que signifiquen pérdidas mayores para PDVSA. La afectación es doble al impedírsele adquirir los diluyentes necesarios para la producción de gasolina, lo que conducirá a profundizar el caos. Antes de que las cosas se pongan más graves, Maduro debería acatar el ultimátum de la Unión Europea y llamar a elecciones generales, con todas las garantías, de tal manera que el pueblo sufra lo menos posible mientras llega un nuevo gobierno que recupere el manejo del país.

Hasta la Internacional Socialista reconoce ahora a Guaidó como presidente legítimo, y parte del cuerpo diplomático venezolano se le ha rebelado a Maduro y empieza a obedecer órdenes del presidente interino. Pareciera que los días del régimen chavista están contados, y que finalmente ese país podrá mirar hacia un mejor horizonte. Quienes han apoyado a Maduro deben propiciar una salida pacífica, dándole al dictador una oportunidad de dejar el poder sin apelar a la violencia. Ojalá así sea, lo más pronto posible.