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"La madre de todas las marchas" fue llamada la gran manifestación que la oposición venezolana llevó a cabo el pasado miércoles y que repitió ayer por las principales avenidas de Caracas, en un ambiente de creciente violencia por la respuesta represiva de la Guardia Nacional ante las demandas que exigen la salida de Nicolás Maduro del gobierno. En poco tiempo, y de manera creciente, los venezolanos han pasado del apaciguamiento a la resistencia, al ver que la realidad de su país es cada vez más caótica desde las perspectivas de la economía y de la política.
Los ánimos ahora más decididos de los opositores para tomarse las calles y hacer presencia masiva en los mítines, hacen ver más cercana la salida del mandatario del Palacio de Miraflores, quien incluso ya ha dicho estar dispuesto a anticipar elecciones el año entrante. Los manifestantes han sido repelidos con furia por la Guardia Nacional, lo que causó el miércoles la muerte de tres personas, dos antichavistas (Carlos José Moreno, de 17 años, y Paola Andreína Ramírez, de 24 años) y un agente de la guardia. El escenario se torna más preocupante por el proyecto presidencial de armar a cerca de 500 mil miembros de las llamadas milicias bolivarianas.
Las recientes marchas contra el gobierno chavista han sido exitosas, sin duda. Eso ha hecho que la oposición consolide cada vez más una fuerza que se torna incontenible. El lema de "el que se cansa, pierde", promovido por el dirigente opositor Leopoldo López, quien se encuentra preso desde hace varios años, ha logrado que esta semana congregue a los inconformes en una magnitud que no se había visto antes. De hecho, los seguidores del gobierno se aprecian ahora como una minoría en las calles.
La creciente debilidad de Maduro podría incrementarse ahora, cuando el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, ha sido más claro y contundente al rechazar actitudes antidemocráticas del gobernante vecino. Al salir a decir que hace seis años le dijo al desaparecido Hugo Chávez que la revolución bolivariana había fracasado, le da la espalda a Maduro, con quien se había esforzado en mantener unas buenas relaciones durante estos años, principalmente por su influencia sobre las Farc en el proceso de paz que finalizó con un acuerdo entre el gobierno colombiano y esa guerrilla a finales del año pasado.
Luego de lo dicho por Santos muy seguramente se marcarán más distancias con el actual gobierno venezolano, y sin que sea expreso el apoyo a los opositores, estos pueden decir que tienen un nuevo aliado en la Casa de Nariño, en la búsqueda de la salida de Maduro. Todo esto hace que el gobernante venezolano esté en su peor momento de la crisis, en la que incluso podría llegar la ocasión en que las fuerzas militares le quiten su respaldo. La Mesa de Unidad Democrática (MUD) de Venezuela tiene el desafío de permanecer unida en la lucha política por cambiar el rumbo de esa nación.

Desde hace tres semanas, cuando un fallo del Tribunal Supremo dio lo que se ha llamado un autogolpe de Estado, la oposición ha ganado espacios en el forcejeo callejero, y aunque durante este tiempo han fallecido 8 personas en las confrontaciones, y cerca de 500 más han sido detenidas, el estoicismo de quienes todos los días salen a reclamar la salida de Maduro no parece tener fin. A esto se suma la presión internacional en incremento, especialmente motivada por el trámite de la Carta Democrática en la OEA y la decisión del Mercosur de limitar las relaciones con Caracas. Se ver más cerca la posibilidad de negociar una transición que despeje el panorama de un país que camina hacia el abismo a una velocidad incontenible.