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El director del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), Juan Daniel Oviedo, confirmó que en el resultado de casi cinco millones de habitantes menos que tiene Colombia, con respecto a las proyecciones que planteaba ese organismo, Caldas aporta su cuota de disminución. En la cifra total aproximada que se tenía para el departamento, resulta que somos 92 mil habitantes menos, de acuerdo con el censo reciente, lo que representaría un 10 por ciento frente a lo que se pensaba. Deberíamos ser 968 mil, según las proyecciones hechas hace 13 años, pero en realidad la cifra saldrá por 876 mil.
El fenómeno es igual para Manizales. De los 380 mil que se registraron en el 2005, la cifra actual llega a 368 mil, sin tener el consolidado definitivo. Hoy, en la ciudad nacen 17 niños por cada 100 mujeres, cuando en el 2005 el total de nacimientos era de 24. El promedio nacional está en 21 nacidos por cada 100 mujeres. Como si fuera poco, nuestra capital dobla el promedio nacional en cuanto a la cantidad de personas mayores de 65 años frente a la tasa de 100 niños menores de 15 años. Mientras en el país, la tasa es de 40, la de Caldas es de 69 y la de Manizales es de 80.
Estos datos aunque parezcan sorpresivos, en realidad son consistentes con los resultados que había entregado la Misión Cafetera hace años o la preocupación permanente de los secretarios de Educación que ven cómo año a año se reduce la matrícula en escuelas y colegios. Por tanto, deberíamos pensar mejor en cómo enfrentar esta situación, que tiene aspectos positivos y negativos, para que al final los caldenses, sin importar el número, se vean beneficiados en su calidad de vida.
Que seamos menos de lo pensado permitirá seguramente replantear algunas cifras que pueden estar mal calculadas, porque se han hecho con base en un número que no existe, de esa manera indicadores como el empleo, o las estadísticas per cápita de ingresos y consumo, entre otros, podrán mejorar, lo que también ayudará a enfocar los recursos en donde realmente se requieren para impactar de la mejor manera.
El temor ahora es que esto también impacte las finanzas de los municipios y del departamento, en los recursos que reciben del Sistema General de Participaciones, un fenómeno que se repetirá en todo el país. Inclusive podría afectarse la representación política, que está dada por la Constitución, de acuerdo con el número de habitantes de cada región. Por este motivo, es importante que desde ya se trace un plan desde el Gobierno Nacional para que no se vaya a cometer una injusticia, sino que se busque la manera de no afectar la inversión en las regiones.

Ahora lo que viene es pensar en el departamento y en la ciudad, de acuerdo con estas nuevas realidades. ¿Estamos construyendo para una región que ve cómo se envejece su población, que requiere mayor atención a personas de más edad, que tiene cada vez una tasa de natalidad menor y por ende menos niños en edad escolar? Debemos tener en cuenta todo esto para diseñar mejor las políticas públicas y entender cómo priorizar las inversiones. Esto requiere de un diálogo interinstitucional entre las entidades que ayudan a trazar y a aplicar la política pública. Que se replantee lo que se tenga que replantear con el objetivo de seguir avanzando en la calidad de vida de los manizaleños y caldenses.