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No es un hueso fácil de roer, como quedó demostrado con la fría despedida que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, le dio a la primera ministra de Alemania, Ángela Merkel, pero tampoco es imbatible. Dos cortes de ese país le negaron por segunda vez al mandatario norteamericano su deseo de ejecutar una política xenófoba y discriminatoria en contra de los migrantes de varios países africanos y asiáticos musulmanes (Irán, Libia, Somalia, Sudán, Siria y Yemen), basada en la supuesta intención de cerrarle las puertas al terrorismo. El odioso proyecto quedó suspendido, pero aún podría ser estudiado por las cortes.
Ahora bien, su frase: “la inmigración es un privilegio, no un derecho”, marcó el pasado viernes con claridad su promesa de seguir peleando con las instituciones judiciales hasta imponer su criterio. Lo mejor sería que entienda de una vez por todas que en una democracia hay que respetar los demás poderes públicos y sobre todo acatar las determinaciones de los organismos de justicia. Antes que seguir con su plan odioso antiinmigrante y de cacería de brujas, Trump debería considerar todo lo que le han aportado a los Estados Unidos quienes han llegado de afuera y se han establecido en esa gran nación. Hasta sus ancestros fueron inmigrantes.
Sobre ese tema, hace unos días, fue franco el primer ministro irlandés, Enda Kenny, quien en la Casa Blanca durante la celebración de San Patricio, criticó abiertamente la posición del mandatario estadounidense frente a los inmigrantes, y expresó con toda claridad que el santo patrón de su país, que también es importante símbolo en otras regiones del mundo, fue un inmigrante como los que hoy persigue el líder norteamericano. Y le recordó a Trump que 35 millones de los habitantes de ese país llegaron desde Irlanda o son descendientes de irlandeses, y solo han aportado desarrollo a los Estados Unidos.
No obstante, el presidente norteamericano ha reaccionado persiguiendo a los inmigrantes indocumentados en sus puestos de trabajo. De hecho, ya anunció que en el presupuesto para el año entrante tendrá una partida para expandir por todo el país un programa de verificación electrónica de documentos en las empresas. Hasta ahora ese es un procedimiento voluntario, pero se convertirá en obligatorio. Está comprobado que disposiciones de esta naturaleza no solo separaría familias y aumentaría los riesgos de violación de derechos humanos por las autoridades policiales, sino que afectaría diversos sectores de la economía que ya se han pronunciado en contra.

Tras la visita de Merkel a Washington quedó claro que en ese tema las diferencias continúan, que mientras Alemania busca concertar una política europea para acoger a quienes huyen de las guerras en el Medio Oriente, el mandatario de los Estados Unidos solo quiere construir muros. Además, Trump está dispuesto a seguir ensanchando las barreras que empezó a construir frente a Europa, a fortalecer su política proteccionista y su rechazo al liberalismo económico, y está empeñado en humillar a quien se le quiera acercar para buscar acuerdos y puntos medios. El mundo tiene el gran reto de ponerle freno a este peligroso líder populista a quien le gusta armar el show y mostrar su arrogancia ante las cámaras, y que con su actitud está generando tensiones que podrían desencadenar en nuevos conflictos indeseables.