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La ahora denominada Fuerza Alternativa Revolucionaria de Colombia (Farc) terminó el martes de entregar su armamento a las Naciones Unidas, lo que constituye un paso importante en el proceso de transición de la guerra a la paz. Sin duda es significativo que después de 53 años de conflicto, esta organización se haya despojado de 8.112 armas para empezar a construir una nueva historia alejada de la violencia. No obstante, la evidencia de un verdadero compromiso con la paz se verá con la entrega de los bienes que obtuvo amparada en la ilegalidad, y con los que se tendrá que reparar de manera integral a las víctimas que causaron durante su época guerrillera.

La dejación de las armas es un hecho histórico que hoy no se aprecia en su magnitud, pero que en el futuro será reconocido como un hito en la vida nacional. La tarea de las Naciones Unidas será en el futuro inmediato fundir dicho armamento y con ese metal moldear tres monumentos que exalten el fin del conflicto armado. El Gobierno Nacional, con la ayuda del Congreso de la República, deberá empeñarse en sacar adelante todas las iniciativas que concreten la implementación de los acuerdos y avanzar hacia la erradicación efectiva de los cultivos ilícitos, principalmente. También debe garantizar la seguridad de los desmovilizados y de quienes harán política con las banderas de Farc.

La tarea de los exguerrileros será ahora cumplir todos sus compromisos de reintegrarse a la sociedad, acudir a la Justicia Especial para la Paz (JEP) a contar la verdad, comprometerse a no repetir atrocidades y compensar de manera amplia a quienes sufrieron con sus acciones. Los líderes de ese grupo también se preparan para el lanzamiento oficial de su partido político el próximo 1 de septiembre, con lo que escalarán un nuevo peldaño en el paso a la política sin armas. Adicionalmente, en los ahora llamados Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR), los excombatientes deberán capacitarse para desarrollar oficios legales que les permita impulsar nuevos proyectos de vida.

Ahora bien, esa organización todavía tiene pendientes asuntos que deberán superarse en los meses que vienen. Lo primero es que todos los menores de edad sean entregados al Estado colombiano para que puedan empezar una nueva vida sin violencias, ojalá al lado de sus familias. Hasta ayer habían sido devueltos 124 menores, pero todavía quedan algunos que no han querido irse de los ETCR (que ahora están bajo vigilancia y cuidado exclusivo de las Fuerzas Armadas colombianas), pero que deberán anexarse a los demás en los próximos días, para recibir un tratamiento especial, financiado con recursos provenientes de los bienes que entregue la Farc.

Lo más importante en este momento, sin embargo, es que el listado que ese grupo entregó a las Naciones Unidas sea correcto, y que tales bienes se usen de manera eficiente para reparar a las víctimas. Como sea, la Fiscalía General de la Nación lleva a cabo un trabajo fundamental de seguimiento para identificar propiedades de la Farc y que no estén en la lista, con el propósito de ejecutar procesos de extinción de dominio y anexarlos al fondo de reparación. El organismo investigador calcula que tales bienes pueden representar varios billones de pesos, y hasta ahora se han incautado propiedades por $1,7 billones.

Se ha avanzado mucho, pero la consolidación de la paz será la tarea más ardua, porque además de garantizar que la violencia a la que nos acostumbramos desaparezca será fundamental deponer odios y radicalismos que tienden a alimentar nuevos conflictos innecesarios. Para esto el acompañamiento de la segunda misión de las Naciones Unidas resulta clave, así como el compromiso de la sociedad colombiana de no permitir que la guerra vuelva a ser opción para nadie.