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Volvió a trámite legislativo el proyecto de ley que busca la creación de una circunscripción Especial de Paz, la cual consiste, como quedó consignado en los acuerdos firmados por el Gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), en la entrega de 16 curules en los territorios más afectados por la violencia del conflicto armado y que permitirá ampliar las voces que lleguen al foro por excelencia de la democracia, como lo es el Congreso de la República, y en este caso concreto en la Cámara de Representantes.
Se debe entender que esta posibilidad difiere de las 10 curules que tendrá el partido político que creen las Farc, sobre lo cual adelantan reuniones esta semana. Para obtenerlas, deberán enfrentarse en votaciones como cualquier otro partido político. Se trata de un mecanismo que en el pasado funcionó muy bien para la conclusión de otros grupos guerrilleros que cambiaron las armas por su proselitismo político. Esas no tienen discusión en este momento. Aquí se trata de las curules asignadas para las regiones más afectadas por el conflicto armado. 
De acuerdo con lo establecido por los negociadores de ambos bandos, se tendrá este sistema para dos periodos, que deberían ser 2018-2022 y 2022-2026. Ya en una oportunidad se malogró la posibilidad de alcanzar las mayorías para este proyecto de ley en el Congreso, y por eso ha generado mayor expectativa la intención de sacarlo adelante, pues urgen los tiempos para que se pueda poner en práctica en las elecciones de marzo próximo. Es importante aprobarlo, pues es una manera de lograr representatividad para comunidades que no han tenido tal posibilidad. 
El acuerdo de paz ha mostrado sus bondades de manera amplia y seguramente falta mucho más para que se vean sus resultados concretos, pero lo que no puede permitirse el país a estas alturas es hacerles conejo a lo convenido entre Gobierno y Farc. La responsabilidad del Congreso de la República es sacar adelante los trámites y las modificaciones necesarias para poder avanzar en las ideas establecidas. Para ello es necesario que, por ejemplo, impida que los partidos tradicionales como el que se origine en las Farc participen en la elección por estas curules. Estas tienen que ser exclusivamente para las comunidades organizadas de esas zonas afectadas por la violencia en nuestro país.
Lo que se requiere es darles la oportunidad de que sus problemas, sus necesidades, sus aciertos como comunidad se ventilen en un escenario en el que pueden tener incidencia. Estas circunscripciones especiales de paz funcionarán de la misma manera que las que han existido para las comunidades afrodescendientes y para las indígenas. Son voces que se sumarán al debate democrático y muy necesarias en un país que debe buena parte de sus problemas a la exclusión que provoca la falta de garantías para muchos colombianos.

Esperamos que se avance pronto en la discusión. Que la polítiquería menuda y clientelista, a la que tanto nos tienen acostumbrados muchos congresistas, entienda de una vez que lo que se busca es propiciar un cambio en Colombia y este pasa por la representatividad del mayor número de comunidades posible. Las Farc ya han ido cumpliendo lo suyo. La entrega de armas es el paso más importante. Ahora el país político no puede ser inferior a la responsabilidad que se le ha endilgado.