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Necio sería desconocer cómo ha avanzado Manizales en el tratamiento de las laderas que representan riesgo de deslizamiento. El 19 de abril del 2017 los fuertes aguaceros producidos generaron una emergencia que al final causó la muerte de 17 personas y lesiones a varios más. Dos años después, la recuperación de los lugares es parcial y la sensación de los damnificados es que no se ha hecho lo suficiente para retornarles la tranquilidad. Toda tragedia genera desazón y sinsabores que obligan a que haya más acompañamiento a las víctimas.
Aún recordamos las visitas de los altos funcionarios del Gobierno Santos que uno a uno, semana a semana, desfilaron por Manizales en los días posteriores a la tragedia anunciando millonarios recursos para la recuperación, planes de vivienda como nunca antes y apoyo a los damnificados. De todo lo prometido, solo se cumplió con una ínfima porción y apenas han llegado unos cuantos dineros que han servido, por supuesto, pero que están lejos de los montos que se anunciaron en esos momentos. Hoy ni siquiera se han empezado las viviendas que se prometieron para los damnificados y quienes siguen viviendo en esas zonas de riesgo.
Visitar los sitios de la tragedia es ver las cicatrices en las montañas, pero también en los habitantes de esas zonas que siguen temiendo por su seguridad y que alegan que ha faltado acompañamiento y que los recursos no les llegan. La falta de los dineros prometidos ha obligado a hacer intervenciones en los puntos más comprometidos, como en el cerro Sancancio en donde las obras han avanzado con el fin de estabilizar la ladera para proteger la vida de los habitantes de Aranjuez. Es una obra muy importante.
La ciudad celebra por estos días los reconocimientos porque la consideran resiliente. Esto porque ha sabido convivir con el riesgo y protegerse de él, pero eso no implica que esté superado. Las amenazas de deslizamiento por derrumbes siguen estando presentes. En estos días que las estaciones de lluvias presentan altos registros que obligaron a declarar la alerta naranja, además de haber cobrado tres muertes en zona rural, que se sumaron a dos más en una vereda de Neira, nos recuerdan que aún falta mucho por hacer y que la reubicación de las personas que viven en zona de riesgo debe ser una prioridad, con acciones que deben estar acompañadas de impedir que otras personas lleguen a ocupar estos espacios que puedan quedar libres.

Hay que anotar que la opción de brindar un apartamento en la comuna Ciudadela del Norte no es que anime mucho a los damnificados que, como ha ocurrido en otras oportunidades, consideran que alejarlos de sus zonas en las que han crecido es desarraigarlos y desmejorarlos, además de soportar el pasar de lugares amplios a unos estrechos. Dirán otros que es mejor tener algo a que vivan en riesgo, pero no parece una decisión simple. Así que es importante que se trabaje en mejorar las opciones, en que se hagan efectivos los subsidios suficientes para quienes tienen que pagar arriendo, en que se acelere el trabajo en las obras y, sobre todo, en que insistamos en una ciudad que aleje a quienes viven en estos lugares de ese riesgo.