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Después de cerca de cuatro años muy difíciles para la economía colombiana, principalmente por los efectos de la caída de los precios del petróleo, el optimismo está regresando con fuerza, al punto que hoy se calcula que a partir del 2021 el crecimiento superará el 4%. Además de la recuperación en el mercado de hidrocarburos que se ha tenido este año, sin duda alguna los logros de la paz han llevado a que desde el exterior se aprecie con mayor confianza al país y se cuente con inversionistas más dispuestos a venir a Colombia a hacer negocios, lo cual se refuerza con el reciente ingreso del país a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Ahora bien, para que esto se consolide, el gobierno del nuevo presidente Iván Duque deberá ser muy disciplinado en el cumplimiento de la Regla Fiscal, la cual ha sido una herramienta excelente para garantizar la moderación en el gasto y su enfoque hacia sectores estratégicos. Adicionalmente, habrá que tomar medidas con respecto a los activos públicos no rentables, que de no enajenarse se convertirían en lastre para el crecimiento. Las recomendaciones de la Comisión de Crecimiento Verde tampoco pueden despreciarse, para empezar a girar en ese sentido, dejar de depender tanto de las rentas petroleras y hacer uso más eficiente de los recursos naturales e insumos.
De acuerdo con el Marco Fiscal de Mediano Plazo (MFMP) revelado la semana pasada por el Ministerio de Hacienda, los ingresos de la Nación con impacto en el Producto Interno Bruto (PIB) tendrán incrementos crecientes en los próximos 10 años, motivados principalmente por la reducción en el déficit fiscal y la menor presión de la deuda pública. Ahora bien, en buena medida todo esto depende de que la cotización internacional del crudo se mantenga en niveles promedio de 65 dólares el barril. Como sea, ya tenemos aprendida la lección de que no es bueno hacer proyecciones demasiado ambiciosas con base en esta variable, debido a su volatilidad. Tampoco pueden menospreciarse los efectos de la guerra comercial planteada por los Estados Unidos, frente a lo cual Colombia debe permanecer atenta.
Un indicador real y palpable de que las cosas van bien es la reducción del déficit de la balanza comercial en abril pasado en un margen bastante alto, del 72% con respecto al mismo mes del 2017. El crecimiento de las exportaciones a un ritmo mucho mayor que el de las importaciones, según el Departamento Nacional de Estadísticas (DANE), llevó a que la brecha entre marzo y abril se cerrara en 384 millones de dólares, y las expectativas son que se siga cerrando. Para abril se tuvieron importaciones por 4.041,7 millones de dólares y exportaciones por 3.716,9 millones de dólares, de seguir ese ritmo la balanza comercial podría lograr un emparejamiento o superávit en las mediciones de mayo y junio.
Estos buenos resultados llevaron a que Ecopetrol anunciara el pasado jueves que pagará anticipadamente créditos internacionales por 156 millones de dólares que tenían vencimiento en 2023. Su disponibilidad de caja por $16,6 billones al cierre del primer trimestre le permite hacer estos pagos y ahorrar intereses. Además, la petrolera colombiana en abril ya había pagado de manera anticipada un bono internacional por 350 millones de dólares, lo que despeja su situación financiera y le permite un panorama presupuestal más claro.

Lo más importante es que se ha notado una reacción favorable en la confianza del consumidor en el país, haciendo que en mayo pasado se alcanzara el mejor nivel en tres años en esta variable, según Fedesarrollo. De hecho, el Índice de Confianza del Consumidor (ICC) se situó en 8,9%, lo que representó un incremento de 25,8 puntos porcentuales en comparación con mayo del 2017. Cuando el consumo interno se fortalece y hay mayor confianza, el optimismo vuelve y las posibilidades de crecer se multiplican. Ojalá sigamos por esta senda.