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Se siente el vacío debido a que este año, a causa de la pandemia covid-19, tuvo que ser cancelada la edición 65 de la Feria de Manizales. De acuerdo con lo previsto acerca de que el principal evento de la ciudad arranca oficialmente el primer domingo de enero, desde el pasado fin de semana estaríamos en desarrollo de la fiesta, si no fuera por la emergencia sanitaria que afrontamos. De hecho, ya estaríamos entrando en la parte final y más animada de la tradicional festividad.
Desde cuando se creó la Feria de Manizales, a mediados del siglo pasado, esta es la tercera vez que se cancela. El primer caso fue en 1980, luego de que el terremoto del 23 de noviembre de 1979 causó estragos significativos en la ciudad, que hicieron inoportuno realizar la fiesta. Poco después, en 1986, también hubo cancelación, como resultado de las graves consecuencias de la erupción del cráter Arenas del volcán nevado del Ruiz, ocurrida el 13 de noviembre de 1985. Así, 35 años después se repite la historia.
Esta vez la causa fue igualmente justificada. Haber hecho una Feria en las actuales circunstancias habría sido irresponsable, porque no es tiempo de aglomeración ni de espectáculos que puedan ir en contravía de la necesidad de protección de la salud pública. Cuando el alcalde, Carlos Mario Marín, anunció que no se haría la Feria también se dijo que durante esta época se tendrían algunos programas artísticos por redes sociales, pero de eso se ha visto poco, casi nada. Pudo, además, aprovecharse para promocionar más el turismo y los atractivos locales en una época en que tanta gente sale de vacaciones, pero tampoco se hizo. 
Antes de finalizar el año se llevó a cabo un poco publicitado festival virtual de la trova, pero las distintas actividades que podrían tenerse por redes sociales durante esta época se han quedado muy cortas. Solo, por iniciativa de Cormanizales, se tendrán este fin de semana dos jornadas taurinas que los aficionados podrán seguir por internet, pero lo demás está congelado. Sería pertinente, incluso, que esa eventual programación tenga una difusión previa suficiente, que logre un impacto en las personas que podrían disfrutar no solo en Manizales, sino en el resto del país y del mundo de la oferta artística y cultural.
Otro punto clave es que la ciudad no puede quedarse quieta ante la dura realidad por la que pasan miles de familias manizaleñas, que cada año aprovechan la Feria para asegurar algunos recursos de subsistencia que les alcanzan para cubrir varias semanas y hasta meses. Desde la Administración Municipal tiene que pensarse en alternativas que ayuden a dinamizar la economía de esos hogares y, en general, de la ciudad, para superar todos las repercusiones negativas que la pandemia ha dejado en la capital caldense.

Resulta fundamental que desde la Alcaldía se coordine con los gremios privados algunas actividades y acciones que conduzcan a renovadas dinámicas económicas que ayuden a recuperar empleos perdidos y a generar otros más. Si bien, para esta época pudo haberse hecho mucho más, estamos apenas arrancando el año y hay espacio para reaccionar y lograr buenos resultados que se reflejen en crecimiento económico y bienestar general.