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Clausurada quedó la posibilidad de una nueva mesa de diálogo con la guerrilla del Eln tras el atentado del pasado jueves a la Escuela de Cadetes General Francisco de Paula Santander, en el que murieron 21 personas y quedaron heridas otras 68. Al reunirse serios indicios que permiten señalar a ese grupo armado ilegal como el responsable del cobarde ataque, queda más que demostrado que no tiene voluntad de paz, pese a que desde la pasada administración de Juan Manuel Santos se le abrieron las puertas para que siguiera el camino de las Farc, y optara por abandonar las armas y decidirse a actuar en paz desde la política, con beneficios en términos de justicia.
Cuando muchos llegaron a pensar que con la llegada del presidente Iván Duque se enterrarían los avances alcanzados en la mesa de negociaciones y se reactivaría la guerra en contra del Eln, este gobierno tuvo paciencia y esperó a que esa guerrilla mostrara que quería avanzar hacia el fin del conflicto armado, pero la respuesta negativa fue creciendo con sus acciones, en las que se contaron secuestros, ataques a la infraestructura de hidrocarburos, emboscadas a las Fuerzas Militares, ataques con bombas en estaciones de Policía y centros comerciales, hasta llegar al acto demencial del pasado jueves que no deja más alternativa que aceptar que los elenos cerraron la puerta.
Los vínculos evidentes entre quienes perpetraron el ataque y la estructura del Eln llevaron a que la Fiscalía impute cargos a los miembros del Comando central (Coce) de esa guerrilla, del que hacen parte alias Gabino, Pablo Beltrán, Antonio García y alias Pablito. Así las cosas, la suspensión de órdenes de captura que se había ordenado para poder avanzar en las negociaciones de paz queda abolida, y estos delincuentes tendrán que ser buscados donde se encuentren para que paguen por sus crímenes. Si bien el Gobierno Nacional no fue enfático ayer acerca de que los diálogos queden descartados, todo lleva a pensar que no hay posibilidad alguna de seguir insistiendo en ellos.
Tendrá que venir una contundente reacción del Estado para evitar que el Eln pretenda seguir ejecutando acciones terroristas en distintos puntos del país y lograr, ojalá, la captura de los principales cabecillas de esa organización, con el propósito de juzgarlos por sus graves acciones de terror. En este sentido, a sabiendas de que algunos de ellos se encuentran fuera de Colombia, en Cuba y Venezuela, esperamos que las autoridades de esos países actúen dando captura y entregándolos a la justicia colombiana para que sean juzgados. Una actitud distinta sería complicidad con crímenes tan atroces como el de esta semana.
Todas las circunstancias que se han descubierto, y que apuntan a que el ataque se planeó desde hace unos 10 meses, dejan claro que no tiene sentido seguir insistiendo en que el Eln se siente a dialogar de paz. Los permanentes fracasos en este sentido cuando el Estado colombiano ha buscado su desmovilización, llevan a pensar que no queda más camino que acorralar sus estructuras hasta lograr su rendición. 

Esperamos que en este sentido el Gobierno Nacional desarrolle una tarea efectiva que, en el mediano y largo plazo, permita que la paz pueda consolidarse, porque ese debe ser el objetivo primordial de los colombianos como nación. Hoy debe admitirse que, pese a la imperfección del proceso y sus acuerdos, lo mejor que ha hecho el país en los últimos tiempos es tener desarmadas a las Farc, que ahora como partido político también condena las acciones terroristas, y viene demostrando que su voluntad de paz es real.