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Cuando se creía que el conflicto de Siria había bajado en intensidad y que sería posible tejer acuerdos entre las partes para lograr una salida pacífica, en las últimas horas esa región del Oriente Medio ha vivido sus peores horas en lo que va del conflicto, que llega a cerca de siete años de bárbaros combates. Los hechos recientes muestran al ejército de Bachar el Asad bombardeando Guta, el último bastión opositor en zona rural de Damasco, donde viven cerca de 400 mil personas en condiciones precarias. Los ataques, en los que se usan bombarderos rusos, se intensificaron desde el 14 de febrero, y desde el domingo pasado hasta ayer se contabilizaban cerca de 300 civiles muertos y unos 1.400 heridos, algunos incluso por ataques a hospitales.
Los analistas del conflicto comparan lo ocurrido en esta zona con lo acontencido en Alepo hace cerca de un año, cuando cientos de civiles murieron sin tener nada que ver con los grupos rebeldes que quieren derrocar al gobierno sunita o con el establecimiento que busca recuperar el control total del territorio a toda costa. De hecho los bombardeos, de acuerdo con fuentes extraoficiales, son apenas el preludio de un ataque mayor por tierra con el propósito de borrar cualquier signo de rebeldía en Siria, sin importar que haya civiles en medio.
Lo más grave, sin embargo, es que el gobierno de Asad, a través de tropas paramilitares, también abrió otro frente de guerra en la frontera con Turquía en territorios kurdos. Este choque con el régimen de Recep Tayyip Erdogan, cuyo carácter autoritario también es de cuidado, prevé que lejos de hallar soluciones, podrían venir días peores para esa región. La intervención de Rusia e Irán, y la permanente tensión de este último con Israel, hacen prever momentos de guerra en esta zona del mundo que podrían agravarse seriamente. Mientras tanto los Estados Unidos, con intereses muy diferentes al de la paz en el Medio Oriente, se hace el de la vista gorda.
Así, son varios frentes de guerra los que arden allí, desde donde se alimentan fenómenos de terror como el Estado Islámico que también afecta a buena parte de Occidente. Es cierto que se han dado golpes fuertes contra esta organización yihadista, pero la falta de una estrategia consistente entre las potencias europeas, los Estados Unidos y Rusia llevan a que se complique cada vez más la situación bélica y a que la semilla para organizaciones terroristas que puedan afectarnos en el futuro permanezca viva.
Se están cometiendo graves crímenes de guerra en estos enfrentamientos fratricidas sin justificación alguna, sin que la comunidad internacional reaccione en forma adecuada. Ni siquiera las organizaciones que ejecutan allí labores humanitarias tienen la garantía de la seguridad y del respeto a sus vidas, porque los bombardeos son indiscriminados, sin ningún tipo de filtro de inteligencia que pretenda apuntar solo a las fuerzas irregulares que también hacen uso de la violencia. La guerra siria resulta ser un conflicto ajeno a los sirios y sin posibilidades de ver un final cercano.

Como si eso fuera poco, las tensiones entre Irán e Israel se mantienen vivas y cada vez hay más actitudes de ambos lados que podrían llevar a convulsionar más esta región asiática. No podemos olvidar los fuertes intereses estadounidenses en la protección de Israel, y el desafío reciente de Trump a los palestinos con el anuncio del traslado de la embajada de Estados Unidos a Jerusalén, mezcla que podría llevar a un conflicto de magnitudes mayúsculas, si no se observa una actitud más proactiva de la comunidad internacional para apagar los incendios que abundan en esta zona. La ONU pidió el miércoles que cese el fuego, pero no parece haber voluntad de escuchar dicho llamado.